«Si estás cansado de que te pinten la persiana de tu negocio o te gustaría darle un aire nuevo, si tienes una nave, local, comercio podemos cambiar su imagen». Éste es sólo uno de los numerosos anuncios en internet de diseñadores alicantinos, la mayoría expertos en Bellas Artes, que ofrecen sus servicios para transformar la imagen de las persianas metálicas de garajes o negocios a pie de calle con decoraciones que empiezan a proliferar en las calles de Alicante y que, además de dar color y dotar de una imagen más atractiva al gris de los cerramientos, frenan las pintadas vandálicas ya que los grafiteros suelen respetar estos trabajos. Los que ya los tienen coinciden en que cualquier negocio puede sacar partido del grafiti decorativo para vender mejor su imagen corporativa cuando la persiana está echada, que es gran parte del día.

Lo mismo ocurre con las entradas de los garajes, de ahí que proliferen las comunidades de vecinos que apuesten por esta fórmula que, eso sí, requiere de una inversión que sale del bolsillo de los particulares, y que puede ir desde apenas cien euros por el dibujo más sencillo a superar los 1.000 euros si se opta por diseños más complejos.

Es el caso de los grafitis que decoran las persianas de la expendeduría número 28 de Alicante, en la avenida de Xixona, situada frente al Auditorio Provincial, alusivos al producto que venden, el tabaco, uno de ellos el actor Marcelo Mastroianni con un pitillo en la boca. «Lo decoramos porque lo consideramos arte y por el respeto que se le da. Los grafitis artísticos son respetados entre los grafiteros, y mejoran el entorno urbano. En nuestro caso estamos intentando revitalizar el barrio, que está de capa caída», explica Víctor Giménez, vendedor y vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de Campoamor y Afines.

Este negocio encargó la decoración de sus persianas metálicas hace tres años al grafitero Rudi, y a raíz de ahí «varios vecinos nos han pedido su teléfono». Así, a pocos metros hay un comercio de costuras que ha decorado con diseños sobre hilos y telas no sólo la persiana, también la fachada. «Te lo hacen en un día y no tiene valor comparado con lo que te da». En el caso del estanco, los grafitis les costaron 900 euros. No lejos de allí, en la calle Valencia, el comercio Otrogrow, que vende productos para el cultivo de plantas y semillas, baja su persiana, en la que llaman la atención las hojitas de María. «Los alicantinos nos tenemos que gastar las perras en cosas así porque tenemos la ciudad llena de cacas de perro y pipís. Pedí este dibujo para que se vea cuando está la persiana bajada», explicó el comerciante, Kiko Torregrosa, que encargó el trabajo a Paco Huertas, pionero del grafiti en Alicante.

Un gran corazón en rojo y blanco y una pareja besándose son los diseños que Bárbara Wolfbauer eligió para su tienda erótica Orion, situada en pleno centro de Alicante, en la calle Calderón de la Barca. «Tenemos mucho escaparate y queríamos dar una idea elegante de lo que es el negocio ya que la tienda está totalmente cerrada al exterior por el ambiente que tenemos», explica la propietaria, de origen alemán. Esta empresaria, que forma parte de la Asociación de Comerciantes Corazón de Alicante, intenta colaborar en acciones para embellecer la ciudad. «Da pena ver los negocios cerrados. Soy alemana y muchos turistas hablan mal de Alicante, lo ven muy sucio y es una pena. Por eso busqué un artista que hiciera un dibujo elegante para una tienda erótica». Le costó unos 500 euros.

Pero los hay mucho más baratos. Como el sencillo diseño de un vaso del bar La Coveta, frente al Mercado Central de Alicante, obra del grafitero Bob por 120 euros. «Me hizo una preciosidad. Fue año un año y medio. Antes no hacían más que pintarme la persiana pero desde entonces no lo tocan. Pensé en encargarlo para evitar el vandalismo porque los grafiteros respetan la obra de otros escritores, como se denominan ellos mismos», explica el encargado del negocio, Alejandro Amat «Cuclillo», que opina que este tipo de creaciones ensalza la imagen corporativa. «Una persiana gris o monocolor queda un poco triste», añade este hostelero que ve grandes posibilidades de negocio en este tipo de grafitis para diseñadores y artistas si recorren la ciudad elaborando catálogos virtuales de cómo quedaría el exterior de los establecimientos si se decoran. «Hay miles de persianas feas en cada ciudad. El cambio sería tremendo».

Uno de los grafitis más antiguos en un restaurante de Alicante está en el Cantó, en la calle Alemania. Llevan diez años, uno en cada persiana: las bellotas que comen los cerdos para dar el mejor jamón, y la cebada con la que se elabora la cerveza. «No se han retocado desde entonces, sólo se limpian», explicó un empleado. El propietario, Miguel Cantó, alabó la iniciativa de las persianas decorativas. El efecto impacta no sólo en el centro, también en los barrios y en los accesos a la ciudad. En la entrada sur, un diseño de racimos de uva de una tienda de vinos en San Gabriel atrae la mirada del conductor; y los hay de temática variada, hasta en tiendas de artículos religiosos.

Además de los comercios, cada vez más fincas eligen grafitis decorativos para hacer más agradables a la vista las persianas metálicas de los garajes. Abundan los motivos relacionados con turismos, coches de policía o bomberos, pero hay paisajes. Como los de Colorcircus en Vicente Inglada. «Ante estaba todo lleno de garabatos», apuntaron varios vecinos.