La presencia de la Religión en la escuela corresponde a los acuerdos Iglesia-Estado y también a las demandas de las familias. Hay que tener en cuenta que más del 60 por ciento de las familias, en el conjunto de la enseñanza, y el 80 por ciento de la Primaria, solicitan para sus hijos la clase de Religión. En estos casos, el centro o la escuela debe dárselas. Pero si los padres no quieren la enseñanza de la Religión para sus hijos, el centro no debe dársela. Sabemos que hay dos millones de escolares acogidos a la ley de libertad de enseñanza religiosa.

El centro docente debe atenerse a lo que la ley manda, y los padres de los niños deben querer, de acuerdo con la ley. Esto debe mantenerse públicamente, o sea, debe ser una escuela sostenida con fondos públicos. Esto implica actualizar la financiación de los centros y equiparar lo que se gasta con cada alumno. Se debe crear una conciencia social de que un padre o una madre deben estar presentes en la vida de sus hijos.

Sería estupendo que un padre pudiera participar en una actividad extraescolar o acompañar a los niños en una excursión. Un padre y una madre deben estar presentes en la vida de sus hijos. Esta es la forma más completa y adecuada de colaborar en la formación de los niños y las niñas.