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El rally de Marzà

El conseller refuerza su apuesta por la educación pública en el arranque del curso escolar

El conseller de Educación, Vicent Marzà, realiza una apuesta clara en favor de la enseñanza pública. ISABEL RAMÓN

Ha puesto la quinta directamente. El maestro que dirige las cosas de la enseñanza en la Comunidad Valenciana, el conseller de Educación, Vicent Marzà, ha querido demostrar desde el minuto uno su firme apuesta por la enseñanza pública y no parece dispuesto a permitir que baches como las protestas y recursos jurídicos que le han llovido desde el sector de la enseñanza concertada le desvíen del camino trazado.

El president, Ximo Puig, le respalda sin ambages en su propósito: «La educación es la gran asignatura de este Gobierno, a la que desde el principio se han destinado los escasos recursos».

Ahí les duele, Marzá ha arrancado el rally educativo a velocidad de vértigo, pero el depósito solo lo tiene a medias y el bólido se le atranca en tramos como el programa del banco de libros gratuitos para todos, la prometida financiación universitaria o el ambicioso mapa de las construcciones escolares, que no pueden ir al ritmo prometido por la falta de fondos suficientes.

Los profesores han empezado el curso agobiados y frustrados ante la imposibilidad de dotar a todos los alumnos de textos. No salen las cuentas. Se les ha instado a adelantar el dinero de los fondos para el funcionameinto de los centros, pero los hay que no quieren correr el riesgo de dejar los centros con libros pero sin luz.

Y es que, una vez más, los retos políticos de la enseñanza se ponen en marcha sobre las espaldas de los docentes, y el mar de fondo está enrarecido. Aunque no hay nada como estar «en la misma onda», como reconocían esta misma semana desde los sindicatos de la enseñanza, que han huido de pancartas y protestas porque miran hacia la misma meta que persigue el conseller, que ha puesto la enseñanza pública en la parrilla de salida y lejos de los últimos puestos en los que parecía instalada durante los gobiernos del PP.

En un año se han repuesto la mitad de plazas docentes suprimidas de las aulas con los recortes, se han puesto en marcha clases gratuitas para niños de 2 años, los comedores escolares abren el mismo día que arranca el curso para asegurar una comida al día a los niños más desfavorecidos, y ha empezado a descender el número de alumnos por aula, medida esta última en la que Marzà se ha encontrado con el mayor de los baches en su camino: los defensores de la enseñanza concertada.

Mientras centros públicos que parecerían condenados al cierre empiezan a ver la luz gracias a aulas para niños de 2 años que les alimentan desde abajo, en el sector de la enseñanza concertada se ven obligados a cercenar sus previsiones de crecimiento: menos alumnos por aula llevan a la paulatina reducción de conciertos. Marzà no ha dejado de repetir, - como contemplaba el programa electoral tanto de su partido, Compromís, como el del PSOE, su socio de gobierno- que «se evitarán los conciertos siempre que haya aulas públicas».

Padres y titulares de la enseñanza concertada se sienten amenazados y han hecho saber fuerte y claro en llamativas y nutridas movilizaciones- que no piensan cruzarse de brazos. A Marzà le han llovido recursos contra la supresión del distrito único escolar, así como contra la decisión del Consell de primar su política a favor de la enseñanza pública, relegando de las becas universitarias a los que estudian en centros privados, pero el conseller se ha puesto el casco para que estas protestas le reboten y subraya su propósito de hacer frente a todos los pleitos con el pleno respaldo de sus compañeros de ruta en el Consell.

El malestar de la enseñanza concertada es tal que casi uno de cada tres colegios en la provincia ha impedido que el proyecto de libros gratuitos prospere entre sus matriculados. E incluso ha decidido intentar paralizar en los tribunales que se ponga en marcha el revolucionario cambio de horarios escolares, aunque ellos no lo hayan pedido. A su propósito se han sumado también padres de centros públicos que no están dispuestos a cambiar a la jornada continua ya iniciado el curso, una de las curvas peligrosas que también ha tomado a velocidad el conseller porque sabe que contenta a sus principales aliados, el profesorado.

Al otro lado, empresas y padres de los centros concertados están a cara de perro y dispuestos a poner cuantas piedras puedan en el vertiginoso rally de Marzà.

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