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Patrimonio forestal

Los siete polvorines

El desarrollo urbanístico descontrolado de los años 80 y 90 del siglo XX llenó la provincia de urbanizaciones diseminadas en medio de grandes masas forestales

Imágenes de urbanizaciones en La Nucía, Elche y Guardamar del Segura, construidas en medio de masas forestales y, por lo tanto, susceptibles de ser pasto de las llamas en caso de producirse un incendio como el que asola Xàbia.

La dos Marinas, El Comtat, l´Alcoiá, las partidas rurales del Pinet y la Marina, Guardamar del Segura, en el conjunto del la Vega Baja, y el entorno del faro de Santa Pola son los siete «polvorines» forestales de la provincia. La Marina Baixa y la Marina Alta concentran el mayor nivel de riesgo, ya que el «boom» urbanístico desordenado de los años 80 y 90 en la provincia las convirtió en una zona más que potencial, al combinar dos elementos clave en el caso de que se produzca un gran incendio forestal. La propia orografía de las comarcas, unida a la falta de mantenimiento, la sequía y una deficiente política de ordenación del territorio han hecho que en esa zona convivan pequeños pueblos más protegidos pero con urbanizaciones diseminadas y construidas, en general, a media ladera, buscando las mejores vistas, el paisaje pero, general, mal ubicadas y de difícil acceso cuando se produce un incendio, según subraya Armando Ortuño, profesor de la Universidad de Alicante experto en urbanismo y ordenación del territorio.

«Hablamos de un tema del que, en general, se ha estudiado poco pero está ahí y es producto de un proceso urbanizador desordenado que ahora pasa su factura», señala Ortuño, quien centra el peligro, sobre todo, en las dos Marinas.

En el Vinalopó también hay urbanizaciones diseminadas pero con poca masa forestal, en l´Alacantí no hay tantas urbanizaciones y en l´Alcoiá y El Comtat tampoco y, además, el problema es menor al no contar con tanta masa forestal como en las Marinas», asevera Ortuño. Otras zonas de peligro son el entorno de la pinada que va desde Elche a Guardamar del Segura y el faro de Santa Pola.

En la Vega Baja existen tres zonas en las que las áreas residenciales se alternan con zonas forestales algo que, en caso de incendio, podrían ponerlas en peligro. Es el caso de las urbanizaciones construidas en el entorno de Sierra Escalona y la Dehesa de Campoamor, en Orihuela, San Miguel de Salinas y Pilar de la Horadada. Urbanizaciones como Pinar de Campoverde (Pilar de la Horadada), Fuente de Don Juan (Orihuela) están rodeadas de zonas de suelo forestal con pinar, además muy alejadas de cualquiera de los tres parques de bomberos de la comarca. Lo mismo ocurre con numerosas urbanizaciones de Orihuela Costa que se alternan con manchas de pinada de la antigua Dehesa, según informa D. Pamies.

El desarrollo del territorio de la provincia con un modelo forestal erróneo y grandes superficies de bosque repleto de pinos (ausencia de bosques mixtos), unos veranos muy secos y largos y un urbanismo que ha primado urbanizaciones diseminadas que, además, con cumplen con la Ley de Montes y no disponen de planes de autoprotección como denuncia el Colegio de Técnicos Forestales y ecologistas, disparan el riesgo.

El catedrático de Análisis Geográfico Regional y director del Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante, Antonio Rico, coincide con el profesor Ortuño en localizar las zonas de mayor riesgo en las Marinas. «En general toda la zona de la Montaña se ha convertido en un polvorín por la gran cantidad de biomasa que concentra. Pero las urbanizaciones están ahí, y ahora hay que protegerlas creando zonas de seguridad y amortiguación. La desaparición del pastoreo tradicional, el que ya no se corte leña, o el abandono de las masías en zonas de cultivos de secano han hecho que se rompa la interfase urbano/forestal, y ahora sufrimos las consecuencias. La sequía es otro factor pero es mucho más grave la falta de prevención en un monte donde han desaparecido actividades que antes resultaban clave para prevenir los incendios».

Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante advierte, por su parte de que «la falta de lluvias ha convertido a nuestros montes en espacios muy vulnerables a los incendios. Y mucho más en los días en los que sopla poniente, como estos días y se disparan las temperaturas. Estamos con una sequedad ambiental muy elevada, debido al déficit de lluvias y a la elevada evaporación que se ha producido este verano». Olcina recordó, además, que hay otro dato a tener en cuenta. «Hay muchas urbanizaciones que son áreas de alto riesgo. Urbanizaciones con una densidad de edificaciones muy alta, que hacen difícil incluso el acceso de las brigadas de extinción. Hay que elaborar planes específicos de emergencia».

Lourdes Hernández, portavoz de la organización ecologistas WWF Adena, subraya que «la Comunidad Valenciana es la segunda autonomía española tras Canarias donde el fuego causa más año. Se debe a tres causas fundamentales. Un modelo forestal que primó las grandes extensiones de bosque con solo una especie como el pino, gran combustible, unas condiciones meteorológicas extremas con veranos calurosos y muy largos y un modelo urbanístico que favoreció la construcción de urbanizaciones diseminadas que, ademas, no cumplen los planes de autoprotección que exige la Ley de Montes».

«La Generalitat tiene que actuar ya. Como obliga la ley, deben identificar las zonas donde es más probable que se produzca un gran incendio y diseñar planes específicos de prevención y gestión», reclamó Lourdes Hernández.

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