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El pirómano «observa su obra»

Los expertos aseguran que quienes prenden fuego al monte merodean el área

El pirómano «observa su obra» Vicent Ivars

Narcisistas, desequilibrados emocionalmente y con trastornos límite de personalidad. El perfil de un pirómano incorpora el añadido del afán de notoriedad como si de una obra creativa se tratara, por lo que no es extraño que permanezca en el lugar del suceso para comprobar «su obra».

Así retratan a un pirómano expertos analistas en Criminología , Psicología y Pedagogía consultados por este diario, para poder hacernos una idea sobre lo que pasa por la cabeza de alguien que, voluntariamente, llega a causar tantísimo daño.

«Los pirómanos en realidad tienen perfiles muy distintos, puede haber tantos motivos como pirómanos porque en esta categoría tenemos que incluir tanto los incendios que se producen por actos vandálicos como los que se hacen por venganza, los que se realizan para ocultar un crimen, para obtener un beneficio o, simplemente, por placer».

Amelia Pomares, master en Análisis y Prevención del Crimen por la Universidad Miguel Hernández de Elche, detalla que entre los últimos citados figuran como más conocidos los denominados «pirómanos en serie», que son a su vez «los más preocupantes», y a cuyos esquemas de personalidad responden, en principio, los últimos incendios provocados en la provincia.

Enfriamiento

En principio, el pirómano en serie pide un «tiempo de enfriamiento, es decir, un plazo entre un fuego y otro, normalmente suele ser como mínimo de unos días, pero también puede ocurrir que se trate de unas horas». Así es como se han provocado estos últimos fuegos, seguidos con un espacio de dos horas entre uno y otro foco.

Pomares añade que en los casos de quienes provocan fuegos de esta forma, suele tratarse de «personas necesitadas de atención que, además, suelen provocarlos, observarlos y vigilarlos, es decir, se quedan a esperar a ver cómo evoluciona» su «obra».

El psicólogo y pedagogo, José Antonio Corral, incide al respecto en que se trata por lo general de personas con un marcado acento narcisista, que buscan con su rocambolesca acción el reconocimiento de su entorno. «Se reconocen en la creación de una obra suya, como forma de calmar la ansiedad» que les atenaza. Y todo, fruto de un profundo «desequilibrio emocional».

El trastorno que padecen los pirómanos les imposibilita para advertir el riesgo y consecuencias que provocan con su acción. «No son conscientes del daño que causan y suelen ser conocidos en localidades pequeñas».

¿Y qué tipo de señales deberían alertarnos? Los profesionales coinciden en que suelen ser personas de «clase media e incluso con un historial delictivo previo», pero de delitos menores.

Les caracteriza a su vez una actitud desafiante y de maltrato para con los seres vivos en general, ya sean plantas, animales o las propias personas.

«Son personalidades con trastornos límite de conducta que no se encuentran reconocidos y disfrutan», en este caso, prendiendo fuego.

En cuanto se desatan las llamas «se produce una sensación de super-ego o super-yo que exige un análisis psiquiátrico tanto de él como de sus antecedentes, explica Corral.

Para erradicar este tipo de conductas, los profesionales advierten sobre la necesidad de que la ley caiga sobre el delincuente, por descontado, pero con el añadido de una acción de reestructuración cognitiva de la conducta para asegurarnos de que no vuelva a cometer de nuevo este tipo de acciones. «Es un proceso serio y riguroso», concluye el psicólogo.

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