El incendio que desde el pasado domingo por la tarde ha afectado a Xàbia y Benitatxell, en la provincia de Alicante, se ha dado por estabilizado a las 20:21 horas de hoy, según han informado fuentes del Centro de Emergencias de la Generalitat. El incendio que ha asolado Xàbia y Benitatxell obligó a evacuar a 1.400 personas y ha calcinado unas 820 hectáreas, mientras que los vecinos están regresando a sus viviendas poco a poco.

La pasada noche hubo un rebrote en la urbanización Cumbre del Sol, donde se quemaron algunas viviendas, aunque este episodio fue atajado en una hora y media por los bomberos.

Moragues ha relatado que prácticamente no hay llamas en este incendio y que ya se halla perimetrado, por lo que "la previsión es que en unas horas acabe estabilizado".

La situación de estabilización se produce cuando no hay llamas pero sí sale humo de la tierra, y únicamente cuando deje de haber esto último se dará oficialmente por controlado.

Ha indicado que anoche comenzaron los realojos de las 1.400 personas evacuadas, labores que se siguen desarrollando con la ayuda de la Guardia Civil y las policías locales de ambos municipios.

La mayor parte de los desalojados son residentes extranjeros de avanzada edad, que en estas horas vuelven a sus domicilios para comprobar el estado de sus viviendas y a los que se proporcionará atención psicoasistencial.

Además, hay desplegado un amplio dispositivo para tratar de que no haya rebrotes ya que el suelo sigue estando caliente y con rescoldos.

Moragues ha agradecido el despliegue de la Unidad Militar de Emergencias (UME), con 222 soldados, 16 autobombas y nodrizas y un helicóptero, así como los trece medios aéreos del Ministerio de Agricultura, entre ellos aviones Foca de gran capacidad, y a la Cruz Roja por los dos albergues abiertos.

También ha indicado que la Guardia Civil ha reabierto las carreteras autonómicas CV-742 y CV-747, y ha expresado su felicitación a los vecinos de Xàbia y Benitatxell porque "se han volcado demostrando solidaridad y compromiso".

En cuanto al incendio de Bolulla, Moragues ha apuntado que los medios aéreos que operaban en Xàbia se han dirigido a este paraje agreste de alto valor ecológico, en cuyas inmediaciones se hallan las conocidas y turísticas Fuentes del río Algar.

El delegado del Gobierno ha recalcado que es una zona casi "inaccesible, muy abrupta", lo que provoca que las tareas se basen en las descargas de agua mediante los medios aéreos.

También ha lamentado que, como en las últimas jornadas, continúe el intenso calor y la baja humedad relativa del aire, aunque la buena noticia es que han amainado algo los vientos.

En Bolulla ha sido necesario desalojar unas 40 viviendas con cien personas, que han tenido acomodo en casas de familiares, amigos o vecinos, sin hacer uso de los dos albergues abiertos en el centro cultural de la población y en el polideportivo de la vecina localidad de Callosa d'Ensarriá.

Moragues ha incidido en que el territorio afectado por las llamas en Bolulla es una zona "con gran valor ecológico, ambiental y un gran patrimonio medioambiental" por lo que este suceso supone, al igual que lo sucedido en Xàbia y Benitatxell, "otra tragedia ambiental"

HISTORIAS DE LOS DESALOJADOS

Los vecinos de Xàbia y del Poble Nou de Benitatxell se fueron anoche a dormir un poco más tranquilos. Incluso aquellos que extrañaban su cama, ya que pasaban la segunda noche en el instituto Antoni Llidó, en casa de vecinos y amigos o acurrucados en sus coches, ya veían más cerca el final de la pesadilla. Por primera vez en 24 horas de furia desatada, el incendio que ha dejado gravísimos daños en decenas de casas (ayer cuatro de la urbanización de la Cumbre del Sol, en Benitatxell) perdía algo de fuelle.

La delegación del Gobierno ya dio ayer una cifra exacta de desalojados: 1.400. Tuvieron que abandonar su casa a toda prisa los residentes de 22 urbanizaciones. Los evacuados en este municipio ya pueden volver hoy a sus casas después de que el fuego haya sido perimetrado. Las carreteras comarcales CV-742 y CV-747, que fueron cerradas al tráfico por las labores de extinción, se han reabierto a la circulación, según confirma la Delegación de Gobierno.

El fuego, al echarse encima de los sectores de Begonias, Girasoles y Pueblo de la Paz, de la urbanización de la Cumbre del Sol de Benitatxell, obligó a desalojar a unos 200 residentes.

De las más de mil personas que durante la noche y madrugada del domingo al lunes fueron evacuadas de sus casas, hoteles o áreas de veraneo, entre 250 y 300 llegaron al instituto Antoni Llidó de Xàbia, donde el ayuntamiento y distintos servicios de emergencia contaron con la inestimable colaboración de muchos voluntarios para atender a quienes no tenían otro lugar donde pasar la noche.

Por la mañana, prácticamente sin haber dormido por culpa de la lógica tensión, las caras eran más de angustia que de desesperación. Y eso a pesar de que muchos de ellos confesaban que, todavía con todos los accesos cortados a sus urbanizaciones, ni siquiera sabían si sus propiedades habían sido devoradas por las llamas.

Una mujer francesa, Isabelle, con casa en la urbanización Pinosol, que fue una de las primeras evacuadas, sí tenía la certeza de haberse quedado sin la vivienda. «A las ocho de la tarde llegó la policía y me dijo que teníamos que salir, que no teníamos otra alternativa», señala mientras añade que vio cómo las llamas avanzaban hacia el chalé sin que nadie estuviese actuando en ese momento para impedir que alcanzaran el inmueble y los situados alrededor. «No tuve tiempo de coger nada. Me da la impresión de que lo he perdido todo, la casa y los papeles. Apenas alcancé para no quedarme sin las gafas, porque si llego a entrar en la casa me quemo con ella».

Isabelle, que desde hace tres años vive en Xàbia, se lamenta porque viste lo que en ese momento llevaba puesto, y confiesa que tanto ella como otras personas de la misma urbanización pasaron «mucho miedo» y que todavía su sensación era de absoluto desconcierto. La ciudadana rescata de sus sentimientos un hilo de optimismo y, tras señalar que ella es de aquí, «mitad francesa y mitad española», no tendrá otra opción más que seguir luchando para poder rehacer su vida.

Llamas como edificios

Cristina López, una chica de 22 años de Madrid, llegó hace poco a una residencia alquilada de la urbanización del Tossalet de Xàbia y, con sus diez familiares, estaba esperando en el instituto a que la policía les permitiera regresar. En su caso, el domingo después de ir a comer a un restaurante de la Granadella, apreciaron el terrible espectáculo del fuego. «Se veían las llamas tan altas como edificios», indica la chica, quien señala que a las 11 de la noche ya se temían que aquello no iba bien. No le faltaba razón y lo peor aún estaba por llegar porque, a eso de las 2.30 de la noche la Guardia Civil se presentó en la urbanización al comprobar que el viento impulsaba las llamas hacia ella. «¡Desalojen, desalojen, todos fuera de aquí», cuenta que les dijeron. «Ese fue el peor momento», señala Cristina, quien, ya con la calma de la mañana, coincide con el resto de las personas que llegaron al instituto de Xàbia en que, por parte del ayuntamiento, de la Cruz Roja y de los voluntarios, «hemos sido tratados de forma fenomenal».

De Madrid también es Marta, que se hospeda en el hotel el Rodat, situado entre Dénia y Moraira, uno de los establecimientos que tuvo que ser desalojado, en este caso a las 3 de la madrugada, al temer las autoridades que el humo del incendio podría causar problemas. «Nos reunieron en la recepción y nos informaron de que debíamos salir», cuenta mientras se resigna de la mala suerte, dado que fue el mismo domingo cuando llegaron al establecimiento para pasar unos días de vacaciones en la costa de la Marina.

De la urbanización Costa Nova-Panorama tres personas, un hombre de Lugo, una mujer de León y una ciudadana francesa que recalca su apellido Cortés para reivindica sus raíces españolas, indican que, en su caso, sí pudieron pasar toda la noche en las casas, pero que alrededor de la siete de la mañana de ayer, cuando las primeras luces del día permitieron vislumbrar la envergadura que durante la noche había alcanzado el incendio, las autoridades optaron por ordenar que salieran.

«En nuestro caso nos han dicho que la evacuación de las casas era solo de carácter preventivo y que, a no ser que cambiara la dirección del viento, no había riesgo de que las llamas llegaran a esa zona, pero aun así esto ha sido una catástrofe impresionante». Lamentablemente a media mañana de ayer el viento cambió de dirección y durante la jornada se tuvieron que mantener, e incluso ampliar, las urbanizaciones evacuadas.

Salida a las 12 de la noche

El mismo camino siguió un grupo de veinte jóvenes alemanes procedentes de una localidad cercana a Berlín que estaban alojados en una vivienda alquilada para pasar unos días de vacaciones. En medio del intenso calor que ahogaba Xàbia, uno de ellos que a duras penas se defiende en español indica que, pese a la experiencia, no pasaron miedo. «A las doce de la noche ordenaron que nos marcháramos», señala poco antes de que agradecer la atención recibida en el instituto y de dirigirse de nuevo a los responsables que el ayuntamiento había puesto en ese lugar para atenderles y facilitar que pudieran buscar otro alojamiento.

Aunque la mayoría de quienes tuvieron que salir de sus viviendas o residencias de verano optaron por desplazarse a casas de familiares o amigos, el instituto Antoni Llidó de Xàbia resumía el cosmopolitismo de una localidad rodeada de urbanizaciones donde residen ciudadanos de casi todos los países europeos.

Pero entre los afectados, obviamente, también los hay locales, como Antonio, un joven de Dénia que, junto a su novia, asegura que no dispone de otra vivienda más que la situada en la zona de Pinosol, precisamente una de las que quedó rodeada por el fuego. A la chica los voluntarios de la Cruz Roja la atienden para intentar calmar su ansiedad y no deja de preguntarse si las llamas habrían alcanzado la casa.

En medio del drama, no solo los profesionales han colaborado para atender a los afectados. Numerosos ciudadanos de Xàbia, al ver que el instituto se iba convirtiendo en el punto de recepción, acudieron para arrimar el hombro. Entre quienes a las 10 de la mañana del domingo seguía al pie del cañón se encontraban Tomàs Buigues y sus dos hermanas. «Llegamos a eso de la 11 de la noche para ayudar», dice Tomàs, al tiempo que, en homenaje a su localidad, señala que desde que se supo que allí se habían concentrado centenares de personas, representantes de asociaciones y peñas locales también acudieron para llevar cuantos enseres y provisiones fueran requeridas. Establecimientos comerciales, como panaderías, aportaron su grano de arena y, tanto por la noche como por la mañana, llevaron productos para que pudieran comer.