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¿Por qué triunfa la jornada continua en Alicante pero no en Valencia?

Sociólogos y educadores resaltan la dispar preferencia por el cambio de horario escolar

Los datos son abrumadores y más que significativos. El 80% de los proyectos de jornada continua escolar presentados ante la Conselleria de Educación por colegios de toda la Comunidad proceden de la provincia de Alicante, 277 entre un total de 350.

Consecuentemente, la mayor cantidad de proyectos autorizados y listos para ser votados por los padres el próximo día 15 de septiembre también corresponden a colegios de la provincia: 257 de los 307 que tienen el visto bueno de Educación, prácticamente el 84%.

Sociólogos y educadores consultados por este diario muestran su sorpresa ante la disparidad de una tendencia que prima en Alicante frente al resto de provincias de la Comunidad, donde apenas se han autorizado 14 proyectos para Castellón -de los 16 presentados-, y otros 36 para Valencia de los 56 presentados.

¿Qué tiene, pues, Alicante, para que triunfe la jornada continua con tanta rotundidad frente al resto de la Comunidad?

Pilar Giménez, socióloga y técnico de educación, miembro del departamento de Sociología I de la Universidad de Alicante, revisa algunos factores para acabar dejando más preguntas en el aire y un debate abierto, a falta de estudios concluyentes al respecto y de un análisis más profundo que opina que se puede emprender en cuanto se sepa el resultado de las votaciones.

Los votos al cambio o no de jornada escolar determinarán si realmente las familias lo respaldan, tal y como parece indicar la tendencia, o bien que era todo fruto de una asimilación de las AMPA, más cercanas a la administración y a los docentes de los centros que a los propios padres.

La sorpresa ante la abundante demanda inicial por el cambio de horario en la provincia deriva asimismo de que nace como reivindicación del sector docente que, como la gota que colma el vaso, han acabado asumiendo los padres como propia.

«Quizá en Castellón y Valencia están actuando con más prudencia y cuidado. Los estudios sobre la conveniencia o no de una jornada escolar u otra no son concluyentes, nadie sabe bien a qué atenerse y existen muchas dudas sin que esté demostrado cuál es la que conduce al mayor éxito educativo». La reflexión de esta socióloga coincide con el también experto en didáctica educativa, Vicente Carrasco, y ambos apuntan, por otra parte, hacia un mayor conservadurismo en el resto de la Comunidad y a que en nuestra provincia conviven por igual y en un mismo territorio las empresas más punteras en la innovación y aquellas más tradicionales en las que resulta impensable cualquier cambio.

Cambio desde dentro

El hecho de que sean las familias la que llevan la delantera en la reclamación de horarios escolares intensivos que, en realidad, hace tantos años que se demandan para el mundo laboral donde no han acabado de cuajar todavía, puede llevar a que la escuela se imponga a la sociedad y no al revés. «Los cambios sociales no tienen que por qué introducirse desde un sitio en concreto, pueden venir perfectamente de la escuela. Si salen adelante es porque la gente lo quiere así», valora Giménez.

Al igual que Carrasco, pone el acento en las innumerables consecuencias que el cambio de horario escolar tendrá en la estructura laboral, social y familiar de la provincia. «En lugar de contrariar a unos u otros hubiera sido preferible crear un debate social para reflexionar, en lugar de dar bandazos«, puntualizan.

Más plazo para la reflexión hasta alcanzar un acuerdo sociológico que convenga a todas las partes y que, sobre todo, ponga por delante el éxito del alumnado. «Resultan tan poco digeribles 8 clases seguidas para alumnos de Secundaria, ya normalizado pese a que nació como una excepción, como la fragmentación excesiva que quiebra una jornada vital durante dos o tres horas», señalan.

Concluyen que la geografía también tiene algo que decir. Alicante está más cercana al carácter abierto de las islas Baleares y del Sur, que al cauto de Cataluña; sin dejar en el olvido que los representantes sindicales de la enseñanza también han sido aquí mas reivindicativos tradicionalmente.

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