Ni mojitos preparados de forma furtiva junto a las rocas del Meliá, ni sangría, ni cava, y tampoco cascos de sandía lavados en los lavapiés de la playa, como atestiguaba una imagen que publicó a principios de verano este diario. Este año los vendedores ilegales que tomaban la arena del Postiguet desde hace varios veranos ofreciendo todo tipo de productos con sus cartas y sus neveras, que escondían en la arena cuando veía a un agente, y los que recorrían la playa de San Juan, apenas se dejan ver. La causa, el aumento de la presión policial que está dando sus frutos, y que ejercen la nueva brigada de 24 agentes de Policía Local para el litoral del municipio y la «policía montada», los ocho agentes de Policía Nacional que recorren los paseos para prevenir los robos y otros actos ilegales.

El caso es que los domingos de agosto en el Postiguet, al menos hasta ahora, no se ve un vendedor de sangría, y tampoco entre semana, para alivio de los chiringuitos de la zona, hartos de la competencia desleal, y preocupados por las condiciones sanitarias de los productos que preparaban estas «mafias», como ellos lo definían. Lo mismo ocurre en la playa de San Juan, donde si acaso se ven africanos que intentan vender vestidos y alguna oriental que ofrece masajes, pero ni cava ni mojitos que, según otra imagen que publicó este diario, se llegaban a ofrecer en vasos ya usados y aclarados también en los lavapiés. En Urbanova los policías salen a la carrera detrás de los vendedores ambulantes de ropa, que acaban por refugiarse en las dunas.

Los establecimientos de restauración del paseo del Postiguet se felicitan de que este verano no haya vendedores en la arena. «Hay muchísima más policía, han puesto bastante gente nueva, y los que venían con las bebidas se cortan un montón, aunque a veces alguno se cuela», explicaron. La presencia de agentes de corto en la arena del Postiguet es muy notable, lo que no ha impedido algún robo a bañistas al descuido, como a una turista italiana a la que le quitaron el pasaporte y las llaves del hostal en el que se alojaba.

Ahora el caballo de batalla de los chiringuitos de la playa son los gorrillas que hay en el aparcamiento del Postiguet, a los que no ahuyenta ni la presión policial. «El Ayuntamiento tiene que meter mano ahí porque se pelean, cogen grandes borracheras, duermen allí en los jardines, y si no les das un euro te amenazan o rayan el coche», denuncian. Últimamente, según explicaron, utilizan un láser azul para mostrar los huecos libres a los conductores de noche.

Los comerciantes critican la falta de limpieza del aparcamiento, el mal estado de la pintura de los espacios de estacionamiento, casi desaparecida, y el deterioro de los jardines, con las plantas secas.

Los 24 policías locales que refuerzan la vigilancia de las playas alicantinas llevan esposas, porra, una libreta y una emisora para comunicarse, pero no pistola, por lo que de producirse un problema que exceda su competencia deben avisar a otro cuerpo policial. Como a la Policía Nacional montada, que atiende eventos de ocio por la provincia, con fines disuasorios frente a los hurtos en la playas.

Hasta primeros de verano, que fue cuando se reforzó el servicio, la Policía Local había levantado 180 actas en el entorno del Postiguet por venta ambulante y 60 más en la playa de San Juan, y había decomisado 388 unidades de sangría, refrescos, cervezas o frutas, y otras mercancías.