La posible implantación en Alicante de la Agencia Europea del Medicamento supondría no sólo un estímulo económico para la provincia, también un aliento para sus científicos. Y es que, la Universidad de Alicante cuenta actualmente con cerca de 30 grupos que investigan en áreas afines a esta agencia europea, encargada de evaluar y aprobar los medicamentos que se comercializan en la Unión. «Se podrían llegar a establecer colaboraciones y convenios para todas las actividades de evaluación científica que actualmente realizan expertos externos a la agencia», señala el rector de la Universidad de Alicante, Manuel Palomar.
Este organismo tiene actualmente 4.000 expertos descentralizados por toda Europa que aportan sus conocimientos en áreas como la salud pública, la promoción de la salud o la veterinaria. «La Universidad de Alicante podría aportar a sus científicos para que colaborasen con la agencia», señala Palomar
La parte académica también se vería beneficiada, como ya ocurrió a raíz de la implantación de la Euipo «con la puesta en marcha del Magister Lvcentinvs, el master universitario en propiedad industrial»
En pleno proceso de crecimiento, la Universidad de Alicante también pondría a disposición de la Agencia Europea del Medicamento su zona de ampliación, anexa al Parque Científico. «Esos edificios estarían disponibles para su uso», señala Palomar.
La presidenta del Colegio de Farmacéuticos, Fe Ballestero, es otra firme convencida del beneficio que a nivel de investigación y desarrollo traería consigo la Agencia Europea del Medicamento. «Alrededor de la misma se han implantado muchísimas empresas del sector farmacéutico», afirma Ballestero. Como dato, «sólo hay que pensar que desde su creación en 1995 ha evaluado cerca de 1 millón de medicamentos».
Ballestero y Palomar son dos de las autoridades que el miércoles firmaron en el Ayuntamiento la denominada «Declaración de Alicante», el documento por el que oficialmente se solicita la implantación de la agencia en la ciudad.
Actualmente, este organismo tiene su sede en Londres, que tendrá que abandonar una vez el Reino Unido materialice su salida de la Unión Europea.
