Los bosques de la Comunidad Valenciana son los segundos más vulnerables de España frente a los grandes incendios forestales, y nueve de cada diez de estos siniestros tienen detrás la mano del ser humano. Así se lo ha hecho saber WWF al president de la Generalitat, Ximo Puig, al tiempo que les instan a incidir en la inversión en este sentido para evitar nuevos »desastres tras décadas de abandono», como subraya el colectivo por la protección medioambiental.

Al más reciente de Artana, que ha asolado la Sierra de Espadán, se suman este año los fuegos de Bolbaite y de Carcaixen, tres de los cinco grandes incendios del país que han superado la quema de 500 hectáreas, lo que hace «especial y preocupante el caso valenciano por el impacto de estos grandes GIF», según apunta la portavoz de la campaña de incendios de WWF España, Lourdes Hernández.

La asociación WWF recuerda al president que, tal y como exige la Ley de Montes desde el año 2003, «las comunidades deben identificar y declarar de forma coherente en sus territorios las Zonas de Alto Riesgo de Incendio, y desarrollar después planes de prevención activa para esos lugares».

Añaden que en la Comunidad «tan sólo se ha limitado a declarar toda su superficie forestal como de alto riesgo», por lo que se hace necesaria una mayor implicación.

«El generalizado abandono de los montes, la falta de planificación y gestión forestal, y los escasos esfuerzos en materia de prevención activa, han dejado los bosques valencianos listos para arder» lamenta el colectivo.

El ladrillo

La portavoz de WWF, Lourdes Hernández, concluye sobre su análisis de la situación forestal en las tres provincias que «los grandes incendios en la Comunidad Valencia son fruto de décadas de abandono de los montes, en las que los responsables políticos prefirieron centrar sus esfuerzos en un modelo de desarrollo basado en el ladrillo».

Con la anterior burbuja inmobiliaria como foco desencadenante de la vulnerabilidad de la Comunidad frente a los incendios, WWF concluye que «el Gobierno valenciano tiene el deber y la oportunidad de cambiar esa situación, poniendo en valor e invirtiendo en su grandísima riqueza forestal para acabar con la lacra de los incendios».