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Planes de Protección Civil

Abrir sólo en caso de catástrofe

Así funcionan los protocolos de emergencia para afrontar incendios, riadas o cualquier suceso que afecte a la población

Efectivos tratan de controlar un incendio en el Montgó durante el verano de 2014. DAVID REVENGA

Cada vez que una gota fría descarga pantanos de agua sobre un barrio y se lleva por delante vidas y recursos, después de que una chispa accidental o provocada prenda un monte y arrase cientos de hectáreas o cuando se supera un colapso civil causado por un accidente o por un ataque, la sociedad se vuelve más fuerte mientras jura que jamás volverá a pasar por lo que ha pasado. Porque se construyen nuevos colectores, se rapan más cortafuegos y se endurecen los controles de seguridad, pero sobre todo se estudia al detalle las causas de los desastres para intentar, la próxima vez, anticiparse o al menos moverse al mismo ritmo que la devastación para evitarla o reducir sus consecuencias al mínimo.

Como han demostrado las temibles inundaciones en Alicante capital, los fuegos en las sierras de Aitanao en el Montgó o accidentes como el del metro de Valencia, el descarrilamiento del talgo de Santiago o estampidas como la del Madrid Arena, del caos se puede aprender. Y los técnicos de Protección Civil, ocultos tras las filas de voluntarios de pecho naranja y escudo triangular, son algunos de sus mejores estudiantes desde que hace más de 30 años recibieran de manos del Estado las competencias en materia de análisis, prevención y respuesta ante accidentes y catástrofes.

Desde que en el año 1982 el gobierno recuperó las competencias en emergencias del Ejército, la estructura de Protección Civil ha sido inoculada en toda la administración desde una dirección general que llega hasta los ayuntamientos. Su labor, coordinar el rescate y la ayuda, está reconocida por varias leyes nacionales y autonómicas. Hace cinco años, la ley valenciana aumentó la exigencia y determinó que cada ayuntamiento debe contar con un plan de emergencias general, en el que se incluyen protocolos específicos para casos de terremoto, inundación y catástrofes similares. Es un «kit» contra el caos.

Mapas

Gloria Martínez saca una carpeta de un archivador. En la portada está escrito «Plan Especial de la Cremá de las Hogueras de Alicante» y lleva varios folios, entre los que se distingue un esquema lleno de flechas y siglas, un listado de nombres y teléfonos, mapas catastrales con las ubicaciones de barracas y hogueras, las posibles vías de evacuación y un anexo con todos los hidrantes cercanos.

Cuando vas a ser la persona al frente del centro de coordinación de emergencias durante la noche en la que arden decenas de fuegos de cuatro alturas entre calles llenas de gente que bebe y baila, quieres tomar decisiones sobre información lo más exacta posible. Como jefa del Departamento de Protección Civil y Emergencias del Ayuntamiento de Alicante, en la fase de «preemergencia» o vigilancia de un evento, son las personas con su cargo quienes tienen esta misión.

Hubo tensión, pero ninguna emergencia. Durante las ocho horas que estuvo atenta a la información que llegaba de los bomberos, la policía, las ambulancias y los voluntarios, Martínez no perdió de vista estos mapas y planos que había trabajado con su equipo durante las semanas previas.

«Estamos bastante satisfechos con el plan de la Cremá de este año. Creo que han sido unas Hogueras bastante seguras», reflexiona mientras devuelve la carpeta a su sitio, donde permanecerá hasta que sirva de base para el plan de 2017. Pero aprovecha el viaje y saca otra del archivador, que lleva escrito en el lomo Plan Territorial de Emergencias de Alicante.

Es una carpeta grande en la que nunca cae el polvo. Los planes especiales para los riesgos sísmicos, de accidentes químicos, grandes colapsos de tráfico, contaminación del abastecimiento y los que se preparan para eventos especiales -fiestas de moros y cristianos, romerías y otras celebraciones- son «documentos vivos que siempre necesitan actualizarse», como sostiene un técnico de seguridad del Ayuntamiento de Alcoy, otra de las ciudades que dispone de personal específico para esta tarea. «Lo más importante en una emergencia es la gestión del tiempo», dice la responsable del departamento alicantino, por lo que toparse con una calle en obras imprevista puede arruinar el operativo de rescate mejor engrasado.

Pero las catástrofes no entienden de términos municipales y abrir un plan es en muchos ocasiones entreabrir el de los municipios vecinos y el de orden superior. Ocurrió en el incendio que se llevó por delante siete hectáreas de pino en la sierra de Mariola el pasado mes de mayo, para el que se activó el plan del ayuntamiento alcoyano contra incendios forestales mientras que municipios potencialmente en riesgo como Bocairent mantuvieron la alerta a la vez que la Generalitat abrió su propio protocolo. «Si los recursos locales son insuficientes para una emergencia, se activa el plan superior», cuenta Mercè Trullén, jefa de área del Centro Coordinación de Emergencias de la Generalitat.

Tanto en un pequeño fuego como en un gran incendio o inundación siempre hay un organismo atento a todo. Es el 112 desde el cuartel general de l'Eliana. Hace de ojos y oídos en la lucha contra catástrofes y emergencias. Recoge las llamadas de auxilio de los afectados, las preguntas de los familiares y las comunicaciones de los bomberos y el resto de unidades básicas.. Pero aunque sabe lo que pasa con precisión, su misión no es decidir.

El cerebro

Como en las películas, cuando hay un siniestro grave en la vida real también hay una mesa con mapas desplegados, asesores que caminan con walkies y una persona con el ceño fruncido que parece escrutar un punto fuera de plano antes de dar una orden que pone a todos en movimiento. Es el puesto de mando, normalmente una tienda sobre el terreno donde se toman las decisiones técnicas: se dirige a las aeronaves, los vehículos y a las unidades terrestres.

«Ellos ejecutan las órdenes que se dan desde el centro de coordinación», el verdadero cerebro de cualquier operativo, ya que «establece las prioridades en la respuesta y mide si los recursos son suficientes o no», apunta Martínez.

Decidir si se asume la pérdida de varios chalets o la de una granja o si es necesario incrementar el nivel de alarma y por tanto, los recursos, son dilemas que corresponden al director del plan, figura central de cualquier plan de emergencias. Normalmente es la cabeza de una administración quien ocupa el puesto y tiene la última palabra, pero el grado de asesoramiento que recibe desde dentro y fuera del centro es tan alto que la toma de decisiones se convierte casi en una función colegiada.

Raül Llopis, concejal de Seguridad de Alcoy, estuvo en Mariola cumpliendo como asesor, como marca el Plan Especial de Incendios del municipio. «Tienes que dar las respuestas porque eres la parte visible, pero es impresionante el engranaje que hay detrás de un incendio. Brigadas forestales, protección civil, dispositivos de otras ciudades... Lo viví como algo angustioso pero que funciona», recuerda el concejal.

Tanto si el fuego se come sólo siete hectáreas como si se extiende por tres términos municipales como en el incendio de Aitana de 2014, los protocolos se abren cuando los responsables prevén riesgo potencial o los municipios piden ayuda a la Generalitat. «Aún no se ha dado aquí, pero imagina un terremoto en el que nos vemos desbordados. Entonces el Estado activará sus planes y asumirá la dirección», explica Trullén.

Como hace el cerebro humano, la dirección del operativo muta sobre la marcha para adaptarse a la evolución del problema. Si en las Hogueras hubiese ardido un racó, automáticamente Martínez hubiese activado la fase I de alarma y ocupado su puesto en el Centro de Comunicaciones que, como el 112, procesa la información local . Así, se cede la toma de decisiones a un centro de coordinación municipal (Cecopal), con el alcalde y sus asesores al frente, los planes de emergencias desplegados y al servicio del rescate.

«La idea de los planes es que se integren y coordinen», añade Martínez. Es lo que ha enseñado más de 30 años de estudio del caos.

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