Echar mano al bolsillo convencida de que te ha sonado el móvil para comprobar de inmediato que no llama nadie. No, no es que te estés volviendo loca, es el llamado «síndrome de la llamada imaginaria», una especie de alucinación muy común sufrida en algún momento por un 70% de los usuarios de dispositivos móviles y que los expertos achacan a que el cerebro asocia al teléfono con cualquier impulso que recibe. Ésta es una de las patologías surgidas de la mano de las nuevas tecnologías que, en los casos más graves, ya se ven en las consultas de los médicos y psicólogos como las adicciones a los juegos o a internet cuyo proceso de curación es similar al que necesita un alcohólico o un ludópata para vencer su adicción.

Lo cierto es que el uso de internet no deja de aumentar en el mundo. Según el estudio sobre redes sociales e internet 2016 de la agencia de marketing We Are Social, en España 35,7 millones de personas son usuarios de internet, el 77% de la población total, y 22 millones cuentan con perfiles en las redes sociales.

En este estudio se asegura que los internautas españoles pasan una media de 3,47 horas al día conectados a la red desde un ordenador, y 1,55 desde un dispositivo móvil. El tiempo medio de acceso a las redes sociales es de 1,36 horas diarias y se emplean 2,25 horas en ver la televisión. Para los internautas, vivir ahora sin red es tan impensable como vivir sin televisión pero encima es más adictivo al poder llevar en el bolso la tecnología necesaria para saber qué pasa en la otra punta del mundo, jugar o contactar con los amigos.

David López Rodríguez psicólogo alicantino experto en adicciones ha indicado que «en las consultas de los profesionales vamos teniendo cada vez más demanda por problemas de lo que llamamos tecnoadicciones que son un tipo de socioadicciones como la adicción al sexo, a las compras o la ludopatía y que hay que tratar». El psicólogo alicantino asegura que, pese a que socialmente no se le dé todavía la suficiente importancia, «son adicciones en toda regla con los mismos patrones que las más conocidas». Desde la adicción al móvil o a los videojuegos, cibersexo, juego on line o redes sociales, si no se controlan puede modificar y condicionar el comportamiento de una persona y afectar a su vida personal y social.

Según los expertos, cada día hay más personas que sufren nomofobia, que es la ansiedad ante la ausencia del móvil. ¿Quién no ha vuelto alguna vez a casa al darse cuenta de que se había dejado el móvil? Esta inquietud puede convertirse en un trastorno cuando la dependencia se lleva al extremo. En este sentido, López Rodríguez ha manifestado que «hay cada vez más gente que tiene el móvil como eje de su vida y sufre mal humor, irritabilidad y palpitaciones cuando no lo tiene cerca». El psicólogo alicantino recordaba que, en el marco de las Jornadas de Prevención de Salud Mental Infantil que tuvieron lugar en octubre en Novelda, el Juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, recordó que las nuevas tecnologías siempre han provocado tensiones entre padres e hijos pero que en los últimos tiempos están aumentando las agresiones físicas de hijos hacia sus padres con frecuencia cuando se les quita el móvil como castigo. «Es algo que no pueden soportar». López Rodríguez alude en este sentido el caso de «un grupo de chicas jóvenes al que pillaron haciendo mobbing a otra niña en clase. Les impusieron varios castigos y todos les dieron igual menos cuando se decidió quitarles el móvil y el acceso a internet, ahí sí que reaccionaron como el mayor de los males».

La irrupción del whatsapp en nuestra vida también está causando problemas, y no sólo porque vayamos escribiendo mensajitos en todo momento y más de uno se haya tragado una farola o haya estado a punto de ser atropellado, sino que su abuso está provocando nuevas patologías. Una de ellas se ha acuñado como Apena de Whatsapp que es la necesidad compulsiva de comprobar si hay mensajes y cuya ausencia puede causar ansiedad y alteraciones psicológicas. Consultamos el whatsapp y las redes sociales en el trabajo, en la cama, en la calle, en el restaurante e incluso al realizar prácticas de riesgo como conducir. Según un estudio de la firma de trabajo temporal Adecco, los trabajadores pierden hasta 10 horas cada mes por el uso de las redes por lo que se están incrementado las medidas que adoptan las empresas para evitarlo.

Otras patologías psicológicas unidas a las nuevas tecnologías resultan cuanto menos curiosas, como el síndrome de la llamada imaginaria o el denominado Efecto Tetris que se produce cuando, tras horas jugando, el afectado sigue viendo las piezas del juego moviéndose por la mente o incluso sueña con ellas. Los psicólogos y psiquiatras también hablan del Efecto Google que, con el tiempo, podría reducir la capacidad del ser humano de memorizar ya que todos los datos que cualquiera necesite se encuentran a un golpe de ratón. De hecho, un estudio de la Universidad de Harvard asegura que el acceso ilimitado a la información ha hecho que nuestro cerebro tenga menos capacidad de retención.

La depresión relacionada con el uso de las redes sociales también está siendo analizada. Es lo que se denomina Depresión de Facebook ya que el tener tanta información sobre lo que hacen los demás, puede provocar en algunas personas la sensación de que en comparación con otros, su vida es un desastre, tienen menos amigos y son menos exitosos. La percepción de la salud también puede verse modificada por internet. Tal como ha señalado David López Rodríguez, «la tecnología puede aumentar la hipocondria ya que cuando una persona tiene un problema de salud suele recurrir a internet buscando información y quedarse con el peor diagnóstico de sus síntomas».

Los nuevos hábitos no sólo generan nuevos síntomas sino que también en algunos casos pueden evidenciar un problema previo. Así, el psiquiatra británico David Veale ha determinado que la obsesión por los selfies revela, en algunos casos, un trastorno dismórfico corporal que implica una constante atención a la apariencia.

Problemas físicos

Al margen de los problemas psicológicos, un mal uso de las nuevas tecnologías también está provocando daños físicos: en los dedos por los teclados, en la muñeca por el inadecuado uso del ratón y en el cuello y la espalda por malas posturas, así como problemas de visión y de oído, dermatitis e incluso infertilidad si el calor del móvil en el bolsillo afecta a la calidad del semen.

Los problemas, en cualquier caso, no se encuentran en la tecnología en sí misma que ha mejorado la calidad de vida, sino en un mal uso. Tal como indicó el doctor Facund Fora, psiquiatra del Hospital Quirón de Barcelona, a Efe, «el problema no es tanto la tecnología como el uso que se hace de ella». Para evitar que surjan patologías o desarrollar adicciones, David López Rodríguez aconseja controlar el tiempo y el uso de las nuevas tecnologías en el caso de jóvenes y adolescentes y estar atentos a los síntomas como irritabilidad y ansiedad excesiva en caso de no tener el móvil o acceso a internet.

Para evitar problemas los especialistas aconsejan mantener el contacto físico y habitual con los amigos y con la familia, no utilizar los medios como fuente de provocación o venganza, no aislarse, limitar el tiempo de uso de los videojuegos y evitar el uso de los medios tecnológicos en lugares que no sean adecuados para su utilización.