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Dos Peregrinas y una bronca

La delegación de izquierdas encabezada por Puig se desmarca de la comitiva religiosa, arropada por el PP, y llega 20 minutos tarde al caserío

Dos Peregrinas y una bronca

Veintiún años después, la Romería de la Santa Faz volvió a discurrir con un gobierno de izquierdas en la Generalitat y el Ayuntamiento de Alicante. Ahora bien, en el primer año de Ximo Puig y Gabriel Echávarri como presidente de la Generalitat y alcalde, tampoco puede decirse que las fuerzas progresistas presidieran la Peregrina, puesto que al frente de la comitiva religiosa, junto a la reliquia, sólo marchó el concejal Carlos Giménez, encargado de la apertura del Camarín y único socialista cercano a la amplia delegación de cargos populares que, con Bonig, Císcar y César Sánchez a la cabeza, escoltaban a las autoridades religiosas.

La diferente concepción de la romería entre unos y otros -religiosa para el PP y tradición popular para la izquierda- derivó al final en una considerable bronca política. La presidenta regional de los populares, Isabel Bonig, acusó a los partidos del Pacto del Botánico de «cercenar la libertad religiosa» y «desnaturalizar y descafeinar las tradiciones» por no haber entrado a la concatedral de San Nicolás, mientras que Puig le afeó su intento de volver al «nacional catolicismo» y Echávarri le exigió que no insultara a los miles de alicantinos «que consideran la Santa Faz más que una celebración religiosa, una seña de identidad».

Distanciados y distantes entre sí los representantes de la derecha y la izquierda política, la Peregrina se convirtió, de hecho, en dos romerías en una sola: al comienzo de la marcha, junto al cortejo religioso, el PP y algún aliado circunstancial como el concejal y diputado provincial de Ciudadanos, Fernando Sepulcre; y atrás, mucho más atrás, separados por miles de romeros, varios kilómetros y diferentes creencias discurrieron los dirigentes del PSOE y Compromís.

La distancia entre unos y otros se fue agrandando durante la marcha, hasta el punto de que la cabecera de la romería llegó al caserío de la Santa Faz a las 9.45 horas y el grupo con Puig, el conseller de Transparencia Manuel Alcaraz y Echávarri lo hizo 20 minutos mas tarde, a las 10.05. Este retraso, que se convirtió en la «comidilla» de los cargos del PP, también fue el causante de que la misa prevista para las 10.00 se iniciase 25 minutos después. A la ceremonia se quedaron los principales dirigentes socialistas, mientras que los de Compromís optaron por marcharse a almorzar a su sede de Sant Joan. Miembros de la coalición aseguraron que no hubo ninguna mala intención en el citado retraso y lo achacaron a la demora en la salida desde San Nicolás.

Después de varios años de peregrino al frente de la oposición al Consell, Ximo Puig, estrenó ayer su condición de romero como presidente de la Generalitat. Compareció ante la Concatedral de San Nicolás a las 7.45, acompañado del diputado Herick Campos y aparentando cordialidad con el alcalde Echávarri. «Ésta es la fiesta alicantina de la convivencia, la identidad y la alegría compartida», destacó el jefe del Consell, que marcó distancias con sus antecesores del PP cuando añadió que «estos sí son realmente los grandes eventos» de la Comunidad, que deben convertirse «en una obligación y una devoción por esta ciudad». Pese a ser año de la misericordia para la iglesia católica, no tuvo clemencia con sus adversarios políticos, a los que exigió responsabilidades por la multa de la UE por el ocultamiento del déficit, como también hizo con los causantes del hundimiento de la CAM.

El otro miembro del Ejecutivo autonómico que acudió a San Nicolás fue el titular de Transparencia y «conseller de distrito» por Alicante, Manuel Alcaraz, acompañado por el portavoz del tripartito en el Ayuntamiento, Natxo Bellido. «Es muy importante que el pueblo vuelva a reunirse, como desde hace 535 años, para alejarse por un día de la ciudad y acudir al campo. Ése es el gran milagro de este día en rojo en el calendario de Alicante», explicó Alcaraz. «La Santa Faz es el Síndic de Greuges histórico de esta ciudad», añadió, «a la que se le pide salud, que llueva o que deje de llover».

Hechas las valoraciones y con el PP por primera vez desde 1995 como «actor secundario» de la romería, la Peregrina se puso en marcha a las 8.15 al compás de «La manta al coll». Junto a Bonig, Císcar y Sánchez, la senadora Sánchez Zaplana, el vicesecretario José Juan Zaplana, el vicepresidente de la Diputación Carlos Castillo y el portavoz municipal Luis Barcala, cada vez más afianzado como referente del PP en la ciudad, y su grupo de concejales, que imprimieron buen ritmo rumbo al caserío.

Mucho más familiarizados con la liturgia religiosa, los populares fueron dejando atrás a los dirigentes de la izquierda, que no tenían ningún interés en acercase a la comitiva religiosa y llevaron a cabo, «de facto», una romería cívica, con un componente más lúdico, festivo y tradicional que religioso. A su aire, el primer distanciamiento con respecto a la cabecera de la marcha se produjo pronto, en el encuentro con la Verónica en la plaza de la Santa Faz, donde los responsables del bipartito -PSOE y Compromís- se fueron quedando rezagados.

En esta delegación, junto a Puig y Echávarri estaban los concejales Gloria Vara y Fernando Marcos, mientras que por Compromís, su síndic parlamentario Fran Ferri se incorporó a mitad del recorrido para acompañar a Alcaraz, Bellido, las ediles María José Espuch y Sonia Tirado y la secretaria de Organización Águeda Micó, que aspira a la secretaría general del Bloc.

Después de hora y media de recorrido, con alguna parada esporádica para reponer fuerzas, la cabecera de la marcha llegaba a las inmediaciones del monasterio con la señal televisiva en directo proyectada por vez primera en una pantalla gigante en la plaza.

Allí, y tras la misa, lanzó su andanada la presidenta regional del PP Isabel Bonig, que habían compartido con los suyos «el estupor» por que el alcalde no presidiera la Peregrina. «Esta es una romería de carácter religioso y es importante decirlo porque estamos en un momento complicado donde parece que se quiere cercenar la libertad religiosa y donde determinados partidos, hoy en el Gobierno, hablan de mantener las tradiciones pero quieren descafeinarlas y no debemos desnaturalizar el contenido ni la esencia», declaró Bonig.

No tardó en darle réplica Echávarri, que le pidió que «si viene a faltar al respeto a los alicantinos, que se quede en Castellón, con todo el respeto para esa provincia». El alcalde añadió que lo que desnaturalizaba la Peregrina «era la presencia de imputados como otros años anteriores abrazando a la Faz Divina». Por su parte, Puig reclamó a la líder del PP respeto para todas las creencias y rechazó su intento de volver al nacional-catolicismo, «algo», aseguró, «que no comparte ni tan siquiera la iglesia».

Por el Ayuntamiento también acudió el portavoz de C's José Luis Cifuentes y, como estaba anunciado, ni rastro del tercer socio del tripartito, Guanyar, que no participó. En cuanto a la edil no adscrita, Nerea Belmonte, varios romeros del consistorio la situaron ayer en el aeropuerto de El Altet rumbo a Londres de «puente».

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