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¿Y ahora, qué pasa con el comercio en Alicante?

La discusión sobre la libertad comercial obliga al alcalde a consensuar una estrategia de futuro

Las grandes superficies de Maisonnave no pueden abrir los domingos desde enero. héctor fuentes

El fracaso de las dos iniciativas elevadas al pleno por el PSOE y el PP acerca de la libertad comercial en la ciudad condena a la capital de la provincia a la situación que arrastra desde enero: Ninguna gran superficie ni las de Maisonnave, indiscutible arteria comercial del centro puede abrir todos los domingos y festivos del año. Es un escenario en el que el tripartito (PSOE, Guanyar y Compromís) dice sentirse cómodo, pero olvida que entre sus obligaciones está conciliar intereses y que esa situación genera rechazo en un importante sector del comercio. Olvida, también, que no puede poner puertas al campo.

Y es que en un momento en el que cualquiera puede comprar lo que quiera a cualquier hora y día del año a través de internet, el proceso de liberalización comercial resulta imparable. El contexto obliga a abrir un debate en la ciudad para decidir la senda a seguir y el alcalde, Gabriel Echávarri, no puede permanecer enrocado en su «todo o nada». Entre otras cuestiones, porque su postura es difícil de comprender y evidencia la falta de un modelo comercial y también turístico para la que es la segunda ciudad de la Comunidad Valenciana.

El tripartito, con el apoyo de Ciudadanos, decidió en octubre deshacer lo andado dos años atrás con la apertura de las grandes superficies de Maisonnave todos los domingos y procedió a excluir la principal avenida comercial de la ciudad de la Zona de Gran Afluencia Turística del centro. Un acuerdo que, en la práctica, supone que ninguna gran superficie de la ciudad pueda abrir todos los domingos y festivos del año, dado que la zona de libertad horaria queda restringida a áreas del centro donde sólo hay pequeño comercio, que por ley ya puede abrir cuando quiera. La medida, que entró en vigor en enero y que el tripartito justificó en una necesidad de garantizar la igualdad de condiciones entre todos los operadores comerciales de la ciudad y la conciliación laboral de los empleados de Maisonnave, generó desconcierto y oposición entre muchos sectores, entre ellos el del pequeño comercio.

La confusión fue in crescendo cuando el alcalde, en un giro radical y a escasos cuatro meses de aprobar en el pleno el cierre de Maisonnave en festivos, propuso pasar de la nada al todo. A que todas las grandes superficies de la ciudad, incluso los centros comerciales que no están en el centro, pudieran abrir todos los domingos y festivos del año, bajo una consideración turística similar. El regidor socialista planteó su propuesta sin negociar antes ni con el pequeño comercio ni con sus socios de gobierno y, aunque en un principio recabó el apoyo del PP y Ciudadanos, fracasó en su intento de aprobarla en el pleno. La falta de consenso le dejó casi sólo. Únicamente Ciudadanos, en un bandazo similar al de Echávarri, le apoyó con su voto, como ya hiciera para acordar el cierre de Maisonnave en octubre o para apoyar su investidura como alcalde pese a no entrar en el gobierno.

Los dos socios del alcalde, Guanyar y Compromís, votaron en contra de la propuesta del alcalde por contravenir el pacto de gobierno y por la falta de consenso. Una ausencia de acuerdo con el pequeño comercio la propuesta ni siquiera se debatió ni votó en el Consejo de Comercio que también esgrimió el PP para dejar de apoyar la postura de Echávarri y oponerse a ella en el pleno. Los populares pusieron sobre la mesa una alternativa: Volver a la apertura inmediata de Maisonnave todos los domingos y festivos del año y extender la libertad comercial a los centros comerciales de los barrios, pero sólo en los periodos festivos de Semana Santa y verano (en Navidad ya pueden hacerlo). La iniciativa del PP tampoco salió adelante en el pleno. ¿Y ahora qué?

El alcalde permanece inflexible en su postura del «todo o nada» y los socios de gobierno aprueban esa «nada» que acordaron en el pleno de octubre y que llevan en su acuerdo de gobierno. Pero, ¿si Echávarri estaba tan cómodo, por qué abrir el melón crispando al comercio y a los sindicatos para después pretender cerrarlo como si no hubiera pasado nada? El primer edil, como tal, está obligado a buscar un modelo comercial para la ciudad y a replantearse la estrategia de futuro para la capital de la provincia. Y para ello es necesario el diálogo.

Sus socios de gobierno le han reprochado al alcalde la falta de consenso para plantear su iniciativa del «abierto total», sin contar ni siquiera con ellos. Unas formas que también fueron cuestionadas por el PP y Ciudadanos, que en el pleno invitaron a Echávarri a promover una mesa de trabajo con los sectores implicados para llegar a una solución consensuada a la situación comercial de la ciudad. «Convoque una mesa para diseñar un modelo real para Alicante», le dijo el portavoz popular, Luis Barcala. El líder municipal de Ciudadanos, José Luis Cifuentes, también abogó por crear ese foro y dijo que su grupo, aun apoyando la propuesta del alcalde, estaría dispuesto a respaldar una apertura comercial «por fases» si ello genera consenso entre el comercio.

También le pide diálogo un colectivo muy significativo de comerciantes, que se opone a un «abierto total» porque cree que si los centros comerciales de los barrios abren todos los domingos y festivos del año se lesionarán los intereses del pequeño comercio. No obstante abogan por redefinir la zona de libertad horaria y permitir la reapertura de Maisonnave. «Estamos de nuevo en el punto de partida. Ahora toca dialogar, consensuar e ir de la mano para hacer algo en esta ciudad», considera el presidente de Corazón de Alicante, Vicente Armengol. «Nos gustaría que se pactara una nueva zona (de libertad horaria) porque la actual es insuficiente», apunta el presidente del Colectivo de Comerciantes por Alicante, Domingo Martínez.

El propio alcalde amparó su giro de 180 grados en el apoyo recibido por sectores turísticos como el hotelero o el hostelero, que defienden la libertad horaria. Ahora, sin embargo, el primer edil zanja el asunto volviendo al cierre total del comercio en festivos. Pero el «todo o nada» no es la solución cuando el debate está abierto en la ciudad y cuando el pequeño comercio pide dialogar.

Además, Echávarri está abocado a ello. También tiene enfrente la presión de las grandes superficies y la amenaza para los intereses de la ciudad que suponen las demandas judiciales. El Corte Inglés se plantea reclamar hasta cinco millones por pérdidas si sigue cerrado, al entender que ha habido un lucro cesante. Sería un varapalo para las arcas públicas que los dirigentes políticos están obligados a valorar.

El alcalde centra su discurso de apertura total en las demandas judiciales de los centros comerciales de los barrios que nunca tuvieron la libertad de abrir todos los domingos del año, como sí la tuvieron las de Maisonnave, descartando de plano la posibilidad de establecer una apertura festiva gradual, empezando por Semana Santa y verano. Una alternativa que esos centros comerciales estaban dispuestos a asumir y así lo reflejaron el año pasado en el anterior mandato en un escrito en el que pedían apoyo para ello a la Cámara de Comercio.

Con todas estas cartas sobre la mesa, la discusión no puede cerrarse de un plumazo. La estrategia comercial de la ciudad no puede depender de los bandazos. Hay muchas cuestiones a sopesar y entre el blanco y el negro, está el gris. Es momento de reflexionar para quienes gobiernan, para la oposición, para el comercio y para todos los sectores implicados. Alicante necesita un rumbo y ésta tiene que ser una decisión de ciudad.

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