La sequía, el calor, la escasez de zonas verdes... todo suma para que en los últimos inviernos las plagas de oruga de la procesionaria hayan sido especialmente virulentas en Alicante. Una situación a la que no escapan ni los espacios públicos ni las parcelas privadas. En estas últimas, sus propietarios están echando mano estos últimos meses a distintos trucos para mantener a la procesionaria a raya.

Uno de ellos es colocar cintas alrededor del troco del árbol, en ocasiones impregnada con una sustancia pegajosa. La oruga que trata de descender por el árbol hasta el suelo, no reconoce esta superficie por lo que vuelve a subir hacia las ramas y ahí muere sin descender al suelo y enterrarse, por lo que se corta su ciclo vital. Urbanizaciones de la zona de El Cabo o La Albufereta ya han recurrido a este método para atajar a la procesionaria.

Pero hay muchos más. «La gente también coloca láminas de plástico pegadas al tronco con cinta adhesiva formando una especie de cono. Las orugas caen a este recipiente en el que normalmente se coloca también un producto tóxico que las envenena», señala Carlos Herrerías, ex trabajador de Vaersa, la empresa concesionaria que se encarga del mantenimiento de los bosques en la Comunidad y actualmente vicepresidente de la Comisión de Fiestas de El Moralet. Esta entidad ha organizado este invierno batidas vecinales por los montes la zona para retirar y quemar nidos de procesionaria, sin duda el método más efectivo para terminar con este insecto, según reconocen fuentes de la Conselleria de Medio Ambiente.

Las cada vez más escasas zonas verdes también juega a favor de la proliferación de este molesto insecto. «Ahora se ven pinos que tienen hasta 50 bolsas de orugas. Eso hace 20 años era impensable. El insecto tiene el instinto de buscar zonas con poca competencia, pero si hay pocos árboles, es imposible», afirma Herrerías.

En este sentido, fuentes de la Conselleria de Medio Ambiente apuestan también por incentivar la fauna insectívora autóctona para combatir a la procesionaria. Un ejemplo son los murciélagos, que se alimentan de la mariposa de la oruga, ya que ambas especies son nocturnas. También hay aves, como la golondrina, el cuco, el herrerillo o la abubilla que comen las orugas cuando son pequeñas. En este sentido, las labores de mantenimiento de los bosques de la Comunidad incluyen la colocación de nidos en los árboles para que críen estas especies.

Iniciada la primavera, casi el 90% de las orugas ya se ha enterrado, donde permanecerán hasta verano para surgir como mariposas. En este momento es cuando se colocan las trampas de feromonas para atraer a los machos y así detener el ciclo vital de este insecto.