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Elevan la valla del monasterio de Santa Faz para proteger a las monjas de los vándalos

El recinto estrena un muro, financiado por la Fundación Peláez, con más de cuatro metros de altura

Elevan la valla del monasterio de Santa Faz para proteger a las monjas de los vándalos

Las monjas del monasterio de Santa Faz que custodian la Reliquia se encuentran ahora más seguras en su clausura gracias al muro perimetral de algo más de cuatro metros de altura que circunda el recinto en la zona del antiguo refugio de la guerra civil costeado por la Fundación Manuel Peláez. Se trata de una protección integrada por un muro con cimentación opaco y una valla superior que sustituyen al viejo cercado metálico de simple torsión que estaba agujereado, «por el que se colaban chavales», dijo Concha Aldave, representante de la fundación. El muro protegerá de paso el talud de un edificio con valor patrimonial que formaba parte de la estructura defensiva de las torres de la huerta. Las hermanas estaban preocupadas por su seguridad y así se lo transmitieron a sus benefactores, que con anterioridad ya habían costeado la sala de exvotos y habitaciones del convento.

«Lo necesitábamos. Teníamos una valla simple que se cortaba, había gente que pasaba y saltaba al otro lado y necesitábamos proteger el patrimonio», dijo la hermana María Clara en nombre de la madre superiora y las demás monjas durante la inauguración del muro y el descubrimiento posterior de una placa que las religiosas han colocado en el recinto en agradecimiento a su mecenas, el empresario Manuel Peláez, en el segundo aniversario de su fallecimiento.

El muro opaco dará a las hermanas más privacidad. «No estarán tan expuestas durante el picnic de la romería», explicaron desde la fundación, que también les ha construido las escaleras y la puerta que comunicarán este nuevo espacio que antes era casi un solar con el huerto principal, que queda dentro de la clausura y que les permitirá además ampliarlo. La actuación ha costado 14.000 euros.

El concejal de Cultura, Daniel Simón, que acudió a la inauguración de estas mejoras, incidió también en el valor histórico del edificio y destacó que el talud del que consta queda ahora más protegido. Por ese talud, que a sus pies tiene la entrada a un antiguo refugio de la guerra civil, subían y saltaban a la clausura personas ajenas que se colaban por la antigua valla rota, lo que hace algún tiempo llevó a las monjas a elevar también la altura de la pared central.

Simón anunció su intención de hablar con el área de Memoria Histórica para recuperar de algún modo para la visita de los alicantinos ese refugio antiaéreo que en su día se tapó porque también se colaba gente y que está dentro del recinto de las monjas. Otro proyecto de la Concejalía es restaurar las torres de la huerta, como la que forma parte del monasterio, «como elemento turístico a potenciar con el tratamiento adecuado para crear una ruta turística de primer orden». Para ello habría que hacer un nuevo acceso para el público porque el único que existe pasa por dentro de la clausura.

Casi 500 años de Clarisas

El edil de Cultura, de Guanyar, agradeció efusivamente a las hermanas clarisas su labor de «guardianas de esta parte del patrimonio religioso y cultural de la ciudad desde tiempo inmemorial» y a la Fundación Manuel Peláez su ayuda económica para proteger el recinto. «No por humilde deja de ser una obra grande», insistió. La hermana María Clara quiso homenajear a las religiosas que desde hace casi medio siglo «han entregado su vida a tope» por cuidar la Santa Faz y custodiarla. Asimismo recordó que en 2018 se cumplirán 500 años de la llegada de las Clarisas al monasterio procedentes de Gandía y que ya el próximo año empezarán a preparar actos especiales.

Por su parte, Javier Peláez, actual presidente de la fundación, destacó lo mucho que echan de menos a su padre y anunció que seguirán colaborando con el monasterio.

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