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Joan Miquel Rovira

«Los jóvenes deben ir a Europa no tanto para trabajar sino como experiencia vital»

«Aquí vienen alemanes con dificultades sociales y hacen prácticas de sus profesiones»

Joan Miquel Rovira, ayer en la sede de la Universidad. Rafa Arjones

En el marco de las V Jornadas organizadas por la PIC sobre Ciudad y Educación, el Consejo de la Juventud abordó ayer en la sede de la Universidad Ciudad de Alicante la necesidad de concienciar a los jóvenes sobre la movilidad en Europa.

Tras 14 años gestionando proyectos europeos para la juventud ¿qué es lo más novedoso ahora?

Los programas de intercambio financiados por entidades del país al que se dirigen los jóvenes. En nuestro caso lo gestionamos con instituciones alemanas que son las que aportan los fondos. Aquí vienen jóvenes alemanes con dificultades sociales y hacen prácticas relacionadas con sus profesiones para completar el currículo, y nosotros enviamos jóvenes con otro perfil a quienes pagan la estancia y dietas de transporte.

¿Es una forma de encontrar trabajo?

La filosofía que mueve al Consejo es la educación no formal para ofrecer a los jóvenes una experiencia de vida que resulta fundamental. Algunos se quedan a trabajar pero no es el fin.

¿Como si fuera Erasmus pero a edad más avanzada?

Ahora todos los programas europeos se integran dentro de Erasmus plus y lo que queremos difundir desde el Consejo es el diálogo, a partir de febrero, entre los jóvenes y las administraciones para que los primeros participen en la práctica del diseño de las políticas que se dirigen a ellos posteriormente. Pero Erasmus es también educación no reglada y en esa se vuelca el Consejo de la Juventud. Colaboramos con el Centro 14, por ejemplo, en favorecer el voluntariado europeo.

¿En qué consiste ese voluntariado?

Una vez acabada la etapa educativa, sea cual sea, hasta la ESO, FP o Universidad, estos programas se utilizan hasta los 30 años de edad como complemento para hacer algún módulo o curso añadido. Los jóvenes se van entre 6 meses y dos años a colaborar en centros juveniles, de discapacitados o de mayores, y el país receptor financia los gastos de estancia y transporte, además de cursos de idiomas para mejorar el nivel mínimo que de entrada se exige para poder irse. Cada vez hay más conciencia de lo positivo de la movilidad no tanto para trabajar, sino como experiencia vital, y venir después de l0s 30 puede ser tarde.

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