La latente recuperación económica se nota para bien, pero también para mal en las entidades sociales. Y es que Cáritas alerta de que en el último año han disminuido los ingresos, mientras las necesidades no dejan de aumentar. Y es que, si bien el número de personas que atiende la entidad diocesana «ha sido en 2015 levemente inferior al de otros años, estas personas que llegan a nosotros están mucho más deterioradas y necesitan de un mayor número de recursos», explica Jaime Pérez, presidente de Cáritas en la provincia de Alicante.
Después de tantos años de crisis están pasando una importante factura a las familias. «Las pensiones de los abuelos ya no dan para más, la gente ha perdido sus casas, las prestaciones se han terminado... estas personas requieren de mucha más ayuda en forma de alimentación, ropa, vivienda». Aunque aún no se ha cerrado el ejercicio de 2015, Pérez calcula que los ingresos en Cáritas diocesana han caído en este año que acaba de finalizar en torno a un 5%, mientras que el desembolso en ayudas ha aumentado un 8%.
El presupuesto anual de Cáritas ronda los 4,3 millones de euros y las partidas que más han disminuido en 2015 han sido las ayudas de la administración, siguiendo la tendencia de años anteriores, «pero también la aportación que hace la ciudadanía a través de las colectas», afirma el presidente de Cáritas. La entidad atiende cada año en la provincia a cerca de 80.000 personas en situación de pobreza.
Ante este desequilibrio entre ingresos y gastos, la entidad se ve obligada a priorizar la ayuda de primera necesidad, como alimentación o pago de recibos, mientras que se resienten otros programas como el de formación o búsqueda de empleo, «que para nosotros son igual de importantes, porque ayudan a la persona a salir de la situación de pobreza en la que se encuentra».
