Los directores de los institutos en la provincia lo habían advertido desde un principio. Que la nueva Formación Profesional Básica que se implantó en la Comunidad el curso pasado «sin la planificación necesaria» adolecía de la cualificación tan necesaria para la incorporación del alumnado en el mercado laboral.

A punto de finalizar su formación la primera promoción, -este curso acaban el segundo y último curso los primeros 1.100 alumnos de FP Básica de la provincia, 3.000 en la Comunidad-, se iban a encontrar en la calle sin una titulación cualificada con el visto bueno del sector empresarial, y el Gobierno se ha visto obligado a dar un giro.

Con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, el ministerio ha optado por favorecer que todos estos alumnos salgan de sus centro con un título de graduado escolar, el mínimo que se requiere para dar el primer paso a nivel laboral. Entre otras cosas, porque le ha pillado el toro y no ha desarrollado todavía las pruebas o reválidas previstas en la Lomce.

La misma medida adoptada por el Gobierno abarcará a los 2.500 estudiantes de la provincia que se han matriculado este curso en primero de FP Básica y que acabarán su formación el curso que viene, porque las nuevas pruebas para este nivel educativo, una especie de reválida, no están fijadas hasta el año 2017 sobre el papel legislativo.

La más pendiente

Los responsables de los institutos siguen opinando que, dentro del panorama educativo, la Formación Profesional es la asignatura «más pendiente» de todas. «Siempre dicen que la potenciarán y seguimos igual», lamenta uno de los portavoces provinciales. «La actuación de la nueva conselleria no se ha hecho notar todavía. Se sigue la programación prefijada y cada centro hace lo que puede».

La FP Básica se implantó bajo la premisa del «coste cero», cuando se trata de una formación que lo que pretende en su filosofía es favorecer una salida laboral real a aquellos alumnos que peor lo tienen académicamente porque no alcanzan el nivel del graduado de Secundaria al ritmo del resto de los compañeros.

La integración en el mercado laboral de estos estudiantes resultaba dudosa y prácticamente nula sin una cualificación suficiente, y se trataba de ofrecerles algo que ya habían logrado los profesores con los anteriores programas de cualificación profesional, al término de los cuales conseguían el graduado escolar y, en una elevada proporción, su incorporación laboral -aunque fuera en las escalas inferiores en algunos casos-.

«No todos tienen el mismo perfil, características y coeficiente intelectual, de ahí que la salida profesional sea absolutamente necesaria. Pero hay que planificarla porque en la integración europea no existe la falta de cualificación. Hace falta un mínimo y los centros sólo han hecho hasta el momento lo que han podido», subraya otro de los portavoces de directores en la provincia.

Sin la medida gubernamental que se adopta ahora para dar una salida a estos alumnos, al terminar sus estudios obtendrían un título profesional básico que el sector empresarial no reconoce. «Impartir una titulación requiere inversiones y sin una cualificación adecuada no se sale adelante».