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Centenarias y coquetas

Teresa Navarro y Juana Campos cumplen un siglo con buena salud y ganas de arreglarse y salir a la calle

Teresa Navarro, en el centro, rodeada de hijos, nietos y bisnietos en su 100 cumpleaños

Las dos siguen saliendo cada día a la calle y van cada semana a la peluquería, les gusta maquillarse y hacerse la manicura, y que las perfumen con colonia «para no oler a vieja». Es lo que Juana Campos le pide cada día a su hija Emilia cuando se disponen a salir a tomar café o chocolate, o a pasear por el barrio en que ha pasado gran parte de su vida, Benalúa, aunque la centenaria recuerda todos los detalles de la casita en que nació en 1915 en la plaza del Puente, en lo más alto del Casco Antiguo. Porque Juana presume de una salud de hierro, apenas tiene achaques, conserva una dentadura perfecta y su vista es bastante buena. «Come de todo y se ducha sola», relata su hija, con la que vive. Y aunque no tiene nietos ni bisnietos, Juana celebró este pasado domingo su cien cumpleaños rodeada de más de 60 personas, familiares y amigos, en el hotel Meliá.

Las circunstancias de Teresa son similares. Vive en el centro de Alicante con su hija Gloria y le gusta salir de tiendas «y comprarme alguna pulserita en la calle Mayor o alguna rebeca a mi gusto». Todas las mañanas se maquilla ella con las pinturas que tiene en un cajoncito. Así es, coqueta, «lo he sido toda la vida», admite. En su caso, sufre algunos problemas de movilidad que la obligan a desplazarse en silla de ruedas por la calle desde hace siete años ya que no quiso operarse en su día de las rodillas. «Voy con mi Mercedes a todos los sitios», explica con humor, sobre su silla de ruedas.

La mayor diferencia entre las dos es que Teresa es además una matriarca, puesto que dio a luz a tres hijos (Teresa, la mayor, falleció), y tiene ocho nietos y 13 bisnietos, que a menudo van a verla y, de paso, a comer en la que se ha convertido en la casa familiar. Sobre su vida, Teresa cuenta que no tuvo que trabajar y que nunca le ha faltado de nada. «Mi vida ha sido de señorita y mi marido era un santo», explica la centenaria sobre el hombre con quien se casó con 18 años y del que enviudó hace ya 33 años, con el que viajó bastante por su trabajo: tenía una tienda de materiales de construcción.

Juana, por su parte, fue hija de carabinero del puerto y se casó con Manuel Mira Climent, que durante 40 años trabajó como tipógrafo cajista en INFORMACIÓN componiendo páginas, como muy bien recuerda su hija, a la que fascinaban la rotativa y las bobinas de papel. La centenaria trabajó como sastra de caballero toda su vida, primero en una tienda en la Rambla y después en casa. Las dos centenarias prefieren cómo está Alicante ahora pero recuerdan con añoranza los balnearios y les horroriza ver en la televisión las noticias sobre el paro, los desahucios y sobre todo el yihadismo.

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