Con apenas 16 años, Ernesto Pérez sufrió una muerte súbita en plena competición de remo en el puerto de Alicante. Tras una rápida intervención de su monitor y de un médico que se encontraba viendo la regata y gracias a que había un desfibrilador en uno de los barcos de la Volvo que ese día estaban en Alicante, este joven pudo ser estabilizado y trasladado al Hospital de Sant Joan. El servicio de Cardiología del centro sanitario le colocó un desfibrilador intercutáneo que mide constantemente el ritmo de su corazón y ante una nueva parada cardiaca emite una descarga.
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