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Julio María Sanguinetti

«La prosperidad nos hace creer que podemos comprar libertad en El Corte Inglés»

El expresidente uruguayo ha sido investido Honoris Causa por la Universidad de Alicante

El expresidente uruguayo recibe a INFORMACIÓN en el hotel en el que se hospeda en Alicante en torno a las nueve de la noche. Pese a la intensa y emotiva jornada que ha vivido con su nombramiento como Honoris Causa por la Universidad de Alicante despliega su proverbial bonhomía y no deja que le asome ni un ápice el cansancio, demostrando que le encanta conversar sobre lo que da sentido a su vida: la política bien entendida.

Periodista, abogado, historiador y político. Pese a esto último ha logrado, con su faceta intelectual lo que muy pocos consiguen, trascender a su tiempo.

Me acerqué a la política por el periodismo. La historia me llevó a una organización partidaria. El deslumbramiento de poder hacer cosas, construir, es el sentido de la política. Tras dos presidencias estimé que no debía ser candidato, de lo que no me arrepiento, para reflexionar porque cuando creíamos que el mundo había agotado sus debates, han reempezado y de qué modo.

¿El Círculo de Montevideo que preside es algo más que un lobby de expresidentes y grandes empresarios iberoamericanos?

Tras la caída del Muro de Berlín comenzamos un camino incierto. Creíamos que había llegado la paz perpetua y al poco de andar comenzaron los conflictos y las guerras de nuevo. A América latina llegó la democracia, parecía que el nirvana estaba allí, pero empezaron las grietas y eso nos motivó a juntar a pensadores y políticos para tratar de difundir una democracia moderna desde el punto de vista plural.

¿Tiene referencias de la fundación FAES de José María Aznar?

La conozco, he leído estudios, libros e informes y me parece bien. Nosotros no tenemos un pensamiento homogéneo. No somos un lobby ni una escuela, somos un ateneo abierto en el que coincidimos en Sí a la democracia, Sí a la libertad. Han cambiado las formas de producir, de comunicarse. No es lo mismo el concepto de representación. Antes se reducía al Parlamento y ahora se pretende que también esté en las redes sociales. Son cambios muy profundos y nadie tiene la verdad absoluta.

Hasta el sábado van a reflexionar sobre la crisis de la gobernanza. ¿Un eufemismo elegante para no usar expresamente la palabra corrupción?

La corrupción es uno de los tantos factores que afecta a la gobernanza. Está el caso ahora mismo en Brasil...

Y en España.

En Brasil es muy característico, porque el gobierno está en una fuerte crisis política como consecuencia de una corrupción que ha llevado a que los principales empresarios del país estén presos y principalísimas figuras del partido en el gobierno. Eso en medio de una crisis económica, lo que ha llevado al país a una delicada inestabilidad, muy preocupante.

Se creyó en Lula y Rousseff y la decepción es grande. Todo fue nuevo en Brasil, pero nada cambia.

La naturaleza humana es lo único que no cambia. Cambian las estructuras, los modos, pero no la naturaleza humana. Los humanos no cambiamos, los gobiernos siguen siendo de hombres y éstos tan falibles como cuando Adán con Eva.

¿Dónde está la raíz de la corrupción?, ¿en la crisis económica?, ¿en la falta de mérito y capacidad de los políticos?, ¿en la falta de ética de la sociedad?

Es un fenómeno que hiere a la ética. Hay que asumir que cuando existe corrupción política es porque también existe en la sociedad. Hay un corrupto y también un corruptor. No es patrimonio de unos ni de otros, sino que, desgraciadamente, es un fenómeno en la sociedad y depende de la naturaleza humana. ¿Qué podemos hacer desde el ámbito público? Lo primero, ventilar porque la mayor garantía de la democracia es una prensa libre. Sin una prensa libre, en Brasil no estaríamos hablando de lo que estamos hablando. Y en segundo lugar jueces independientes que si tienen que actuar, actúen. La corrupción es consecuencia, desgraciadamente, de las debilidades humanas.

En España tenemos a la clase política pasando por el juzgado a diario, despilfarro y desvío de dinero público. ¿Cómo ve la situación de la madre patria?

España sigue siendo para nosotros una gran referencia, una fuente de inspiración, no para repetir modelos, sino para adaptarlos. España vive un momento complicado económicamente con sombras y luces, una recuperación económica que se advierte y una estructura política que no es la tradicional, han aparecido nuevos partidos políticos y hay competitividad. Hay episodios, yo no puedo decir que sea una clase. Son personas humanas que han cometido errores y se ventilan. No podemos concebir una sociedad en la que seamos todos virtuosos, hay que cultivar la virtud para que los que no la practiquen, caigan y sean juzgados.

¿La falta de virtud de la sociedad sería lo que explicaría que se vote a políticos corruptos a sabiendas de que lo son?

Siempre se habla de los dirigentes y no de los ciudadanos. Vas a Perú y dicen «Ah, si, Fujimori», dicen como si fuera una especie de cometa, pero le votaron y le reeligieron. La democracia se basa en un ejercicio racional del ciudadano que tiene que orientarse por una prensa libre. De él depende lo bueno y lo malo.

Cuando se habla de desgobernanza y corrupción se asocia a los países del sur, «los más latinos». ¿Cómo explicar lo de Volkswagen?

Nadie tiene el patrimonio de la honradez ni de la deshonra. La naturaleza humana es falible en cualquier parte. Hay mejores prácticas en unos países que otros.

El desencanto político está llevando al populismo.

El desencanto es consecuencia de un encantamiento anterior y lo malo es ese encantamiento. Si el ciudadano sigue a quien le promete subir sueldos y bajar impuestos, será responsabilidad del ciudadano. No creo que haya desencanto con el sistema democrático. En América latina hay una adhesión como nunca la hubo, pero tiene baches y ahí aparece el oportunismo, los Fujimoris. Ni para la libertad ni para la prosperidad hay recetas milagrosas, hay una construcción paciente en el día a día de un cúmulo constante de expectativas y posibilidades siempre inacabadas. En la democracia nunca se llega, siempre estamos en estaciones intermedias. El riesgo del populismo es cuando se mata la libertad. En Venezuela lo vemos dramáticamente. Están llegando a unas elecciones con todos los opositores presos.

¿El poder económico es el que realmente gobierna el mundo? ¿Los mercados son quienes nos gobiernan?

El Estado es el que tiene que garantizar los equilibrios. La economía es muy importante, pero no es lo que domina todo. En las guerras no está siempre detrás lo económico. En el medio oriente hay un factor religioso. El Estado debe regular y los empresarios producir. Es un equilibrio, ya no existe el Estado que creía que podía sustituir a los mercados, aquello fue una ilusión.

Usted defiende el arte de gobernar. Maquiavelo ya lo hacía, pero no parece que se haya aplicado mucho desde el Renacimiento hasta nuestros días.

No tengo esa visión pesimista. Si uno mira en la historia de España en los últimos 500 años, hubo un momento una Transición de 30 años de prosperidad. España es un país madre de guerreros, de artistas, pero no lo ha sido tanto de grandes políticos, aunque los ha tenido en las últimas tres décadas, más que en otros tiempos. Lo que ocurre hoy, le pasa a España y a otros países, que cuando llega la prosperidad, nos acostumbramos tanto a ella que pensamos que podemos ir a El Corte Inglés y comprar libertad y prosperidad pret-a-porter. Las nuevas generaciones de españoles deben entender que es muy importante conservar cosas que se han conquistado. Gobernar es un arte, sí; por eso mismo no es una ciencia exacta, y quien lo piense, la realidad le demostrará que está muy equivocado.

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