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La fruta con juego entra

Escolares alicantinos se estrenan en la cocina creativa diseñando sus propias esculturas frutales

Lucía, de 5 años, se esmera intentando hacer un arcoiris con trozos de las frutas que más le gustan, el plátano, la manzana y el melocotón. Es una escultura complicada pero la termina animada por su madre y por las monitoras del primer taller de cocina creativa organizado por Mercalicante para fomentar entre los escolares la dieta mediterránea, que se celebró ayer en la frutería L'Alquería de la avenida de la Condomina.

La pequeña odia las fresas, que le encantan a su hermano mellizo José Antonio, convertido también en escultor de frutas. «A él le gusta la fruta mucho más que a ella, lo prueba todo, y no tiene remilgos a la hora de probar cosas nuevas, le mueve la curiosidad por los nuevos sabores», explica su madre, María José Muñoz, quien ha enseñado a sus niños a tomarse cada día, al menos, un zumo de naranja por la mañana y una pieza de fruta, «la que ellos quieran», por la tarde.

Además de los mellizos, otra decena de escolares de 6 a 12 años pasó la tarde jugando con las frutas, y construyendo con ellas todo tipo de coloristas figuras: tortugas, mariposas, payasos y hasta árboles de Navidad, hechos con gajos, trozos, pieles y cáscaras. Una de las más minuciosas fue Marina Martínez, de 11 años, quien empleó una pera para hacer un erizo. Le clavó palillos para simular las púas, utilizó un trozo de fresa para la nariz, y peló varias uvas para sacar las pepitas y marcar los ojos.

También participaron los hermanos Pepito y Arturo Garberí, de 7 y 3 años, a quienes les encantan las manzanas y las fresas. «No tienen problemas en comer ni la fruta, ni nada», dijo su padre.

«Estos talleres son muy buenos para que no les dé miedo tocar la fruta. Recibimos a menudo a niños que nunca han probado el kiwi, la ciruela y la nectarina, y les acaba gustando. Si la madre les parte la fruta haciendo formas, para ellos es un juego y la comerán mejor», explicaron las monitoras. También hay verduras que no reconocen. «La prueba del millón es la ñora, el niño que la conoce es que controla», afirmaron. Mercalicante distribuyó en agosto 3,6 millones de frutas, hortalizas y patatas.

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