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Oleada de butrones en los negocios del Cementerio

Los dueños de los locales piden más presencia de la Policía

Oleada de butrones en los negocios del Cementerio

Tienen blindadas hasta las máquinas tragaperras, pero nada parece suficiente para disuadir a los ladrones. Los dueños de los negocios ubicados en las inmediaciones del Cementerio denuncian que en los últimos meses están sufriendo una oleada de robos a través de butrones.

El bar de Ricardo Blanco, en la rotonda que hay frente a la puerta principal del camposanto, ha sido desde diciembre blanco de los ladrones en tres ocasiones mediante este método, el último hace escasamente unas semanas. «En diciembre lo intentaron por vez primera, pero sonó la alarma y no se llevaron nada». Volvieron dos meses más tarde «y esa ocasión desactivaron la alarma, llevándose 7.000 euros de las máquinas tragaperras y de tabaco, la recaudación del día y comida que tenía en el local». Tras contratar un servicio de seguridad más fuerte, hace dos semanas los ladrones volvieron a practicar un butrón en el techo del restaurante, «pero de nuevo sonó la alarma y no pudieron robar nada». Eso sí, en su intento provocaron importantes daños materiales en el negocio de este hostelero.

La situación se repite en las locales vecinos, «con el agravante de que las herramientas que roban en los talleres de mármol las utilizan después para hacer butrones y entrar en los negocios contiguos», añade Blanco.

Precisamente el último local en sufrir un robo con butrón es una marmolería regentada por Eduardo Carretón y su hijo. Hace unos días los ladrones hicieron un agujero en el techo de uralita de su empresa «y se llevaron un montón de pequeñas herramientas que sin darnos cuenta habíamos dejado por el taller, ya que normalmente las guardamos en un armario bajo llave, porque ya hemos sufrido un montón de robos», explica Carretón.

Esta es la quinta sustracción que sufre en los últimos meses el negocio. «No respetan nada, incluso te intentar robar por el día, cuando estás trabajando». Y en cada robo, lamenta este marmolista, el final siempre es el mismo. «Viene la policía, intenta tomar huellas pero no puede porque está todo lleno de polvo y te dice que vayas a comisaría a poner una denuncia, pero nunca se detiene a nadie».

Carretón asegura que por muchas medidas que tome, nada parece detener a los cacos. «He instalado alarmas, vallas, pero no sirve de nada, se las saben todas», explica mientras señala una red metálica que instaló en el tejado y que está llena de golpes, asegura, hechos por los ladrones para tratar de entrar a su negocio.

Los empresarios piden mayor presencia policial y dotaciones para una zona que, lamentan, está muy abandonada por las noches. «Cortaron el cable y robaron todas las luces de la tapia del cementerio, por lo que hemos estado meses con la calle completamente a oscuras, hasta el punto de que por las noches cerrábamos la puerta del taller con una linterna», cuenta Carretón. Sólo después de mucho pelear, añade, «hemos conseguido que instalen cinco farolas».

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