«Intento no meterme en temas de política porque se hieren susceptibilidades, la independencia es un tema espinoso, y si no eres catalán, poco les importa tu opinión», reconoce Karina Delechuk que vive desde hace cinco años en Cataluña. «No opino en el trabajo, mis compañeros pro catalanes me piden que no me meta; opto por la prudencia». Entiende la realidad catalana muy bien puesto que trabajó sus primero años en la localidad gironesa de L'Escala, donde «viven la independencia a tope» y ahora en Barcelona donde dice «tienen la mentalidad superabierta, el ambiente es más relajado porque somos muchos de fuera». Y a ello se añade que su novio es catalán. Viaja a menudo a Girona donde dice que hay muchas ganas de votar «lo quieren, quieren decirlo, quieren expresarse». Está empadronada y desconoce si finalmente irá hoy a votar y a quién. «Se explica, pero no se habla de lo que va a pasar después, no vemos claro cómo va a acabar esto». Reconoce que a pesar de sus intentos de quedar al margen de la campaña política es difícil «porque es a todas horas y todos los días. La gente está hablando del tema y esperando expectantes al domingo. Tengo compañeos que me dicen que este fin de semana no se van a mover de casa hasta que vayan a votar. Lo viven con un sentimiento especial».
