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El trastero de los despistes

La oficina de objetos perdidos del aeropuerto recibe de dentaduras a una urna funeraria

El trastero de los despistes

Nada más entrar, sobre la mesa, están los objetos que se han encontrado en el aeropuerto durante la mañana. Entre ellos dos mochilas, muchas gafas de sol, un traje de Carolina Herrera y un caballo rosa de peluche. Todos están etiquetados con la información suficiente para que el despiste de su dueño no signifique la imposibilidad de recuperarlo. Aunque parezca mentira, lo que es casi seguro que vuelva a las manos de su amo es el caballo rosa. «Los peluches son de lo que más se reclama», asegura la Policía.

A algunos les ha tocado coger el avión a la pata coja al perder el bastón y otros han decidido que su bebé empezara a andar durante el viaje dejándole sin cochecito. Hay muchos ordenadores y tecnología de todo tipo que se olvida en el control de seguridad amontonados en las estanterías del almacén, aunque lo que predomina por las cajas son cientos de gafas y cinturones.

Otras veces la cosa es más atípica. Audífonos, dentaduras postizas, un horno eléctrico o aparatos de índole sexual también se han extraviado en las instalaciones del aeropuerto de Alicante-Elche. Pero lo que se lleva la palma es el que intentó «cargar el muerto» a los dos policías locales que trabajan en objetos perdidos olvidando una urna funeraria.

Quedan 6.400 objetos del año 2014 guardados en los cuatro almacenes del aeropuerto. El año que viene, si nadie los ha reclamado, caducarán, lo que quiere decir que si fueron encontrados por el personal de las instalaciones, se donarán a una ONG. Pero si quien lo encontró fue una persona ajena al aeropuerto, podrá pasar a recogerlo, pues le pertenece legalmente.

Hace unos años, en Navidad, una afortunada que ya había olvidado lo que un día encontró, descolgaba el teléfono para dar la bienvenida a 8.000 euros. Y es que la mala suerte de unos es la buena de otros, como la de un hombre que recogió la semana pasada los 12.000 euros que encontró hace dos años. ¿Qué resulta más llamativo, no mover cielo y tierra para recuperar tus dos millones de pesetas o recibirlos por la cara?.

También están los que reclaman sus pertenencias y los que intentan hacer la picaresca. No todo se reclama, pues la cantidad de objetos que regresan a sus dueños no alcanza ni el 20% del total de los hallados, según fuentes policiales. De los de la picaresca no quedan más que anécdotas, pues para poder recuperar un objeto se ha de pasar una entrevista estricta. Aún así está la señora que busca recuperar sus gafas pero no le importa llevarse las de otro si las suyas no están, o al que se le agua la fiesta rápidamente cuando finge haber perdido un ordenador.

Los hay también agradecidos. Un ruso perdió un reloj de 8.000 euros y cuando la oficina de objetos perdidos le comunicó que lo tenía, el hombre insistió en dar una recompensa que la Policía rechazó. El hombre se fue pero no quedó contento. Al rato una revista pasaba por debajo de la puerta de la oficina. Cuando le echaron un vistazo se encontraron con que el ruso había decidido persistir dejando varios billetes a modo de marcapáginas.

De los 14.000 objetos que se encuentran al año, pocos vuelven con sus dueños, aunque todos acaban en manos de halladores afortunados o de personas que, sin olvido alguno, encuentran un alivio en el trastero del despiste.

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