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A Pie de Calle

Terapeutas que dejan huella

Empresas y asociaciones en Alicante adiestran a animales para que asistan y ayuden a personas con discapacidad y ancianos en tareas cotidianas como poner la lavadora, levantarse de un sofá, encender la luz o tirar la basura a la papelera

Coco, el perro Marc, tan sólo tiene dos meses pero, en cuestión de un año, aprenderá a detectar las crisis epilépticas del niño. VÍCTOR MIRALLES

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, pero lo que algunos desconocen es que también pueden llegar a convertirse en su terapeuta o asistente. Varias empresas y asociaciones en la provincia enfocan su labor a entrenarlos para que puedan convertirse en animales de asistencia o terapia que ayuden a colectivos en riesgo de exclusión en sus tareas cotidianas y promuevan beneficios físicos, psíquicos y sociales.

Terapia Asistida Animales, en Alicante, es una de estas empresas especializadas en la realización de proyectos y programas de terapias con animales, en colaboración con ACEA Adiestradores, para colectivos con discapacidad, enfermedades o personas con movilidad reducida, entre otros.

Marc y Coco

Coco, un cachorro de dos meses, acaba de llegar a su nuevo hogar, y actualmente está en «fase de vínculo y sensibilización» con Marc, un niño epiléptico, aunque también se le están dando pequeñas pinceladas de entrenamiento a pesar de su corta edad, según apunta el adiestrador Miguel Martínez. Por su parte, la gerente de Teranimalia, Irene Pérez, añade que, en concreto, se está trabajando una unión a nivel cognitivo y emocional: «Queremos formar un binomio». «Más adelante, en torno a un año, se convertirá en un perro de asistencia que pueda detectar por el olfato los ataques epilépticos de Marc, que provocan que se desplome, y se coloque cerca para amortiguar su caída», explica su padre, Albert Plana.

Pero la finalidad del proyecto va más lejos aún. La madre de Marc, María del Mar Rubio, relata que Coco puede ayudarle a desarrollar la motricidad e incluso llegar a avisarles cuando el niño tenga una crisis de epilepsia. Para ello, el adiestrador está observando la reacción del perro cuando se producen los ataques epilépticos y refuerza los gestos que haga bien como, por ejemplo, ladridos. Asimismo, Rubio explica que las crisis de su hijo pueden producirse cuando él está más nervioso e «ir acompañado de su mascota, que es su amigo y compañero, puede ayudarle a rebajar ese nivel de estrés».

La familia de Marc ha conseguido financiación para que Coco pueda vivir con ellos gracias a las microdonaciones realizadas por el portal Teaming bajo la iniciativa «Por el sueño de Marc y Mª del Mar», mediante la que sufragan los costes del proceso de recuperación de la parálisis cerebral que el menor sufrió durante el embarazo.

Del veterinario a la TV

Elliot es toda una estrella desde que apareció en el programa «¡Vaya fauna!» junto a Alex, un joven con discapacidad intelectual. Pero sus inicios no fueron de color de rosa dado que tuvo que ser rescatado cuando iba a ser sacrificado con ocho meses. Pero el destino quiso que el adiestrador Miguel Martínez y la terapeuta Irene Pérez se cruzasen en su camino y, cuatro años más tarde, es un perro de terapia y asistencia.

Agacharse a coger un papel del suelo, tirar la ropa a la lavadora o encender los interruptores de la luz son tareas cotidianas que pueden resultar complicadas para personas con discapacidad física o ancianos con movilidad reducida. Pero Elliot es capaz de hacerlo con una simple orden y, no sólo eso, también ayuda a levantarse de la cama o sofá mediante un pañuelo del que el can estira, e incluso puede abrir puertas.

Por su parte, Ángel Mesias, presidente de la Asociación de Perros terapéuticos, incide en la diferencia entre perros de terapia y de asistencia. «Los primeros son los que ayudan a un terapeuta ocupacional o un psicólogo a conseguir unos objetivos concretos. Por ejemplo, pueden ayudar a ancianos a trabajar la motricidad mediante simples ejercicios». Sin embargo, los perros de asistencia son aquellos entrenados para asistir y ayudar a personas con discapacidad o movilidad reducida.

A pesar de que los golden retriewer son uno de los perros más utilizados para asistencia y terapia, Mesias incide en que no influyen las razas sino el carácter. Los únicos requisitos, según apunta el presidente de la Asociación de Perros terapéuticos, son «ser seguro, sin miedos, con un buen control de estímulos y tener una buena autopercepción».

Una nueva vida

En la asociación sin ánimo de lucro «El Galgo Senior» en El Campello, también dirigida por Ángel Mesias, hay actualmente 60 animales abandonados y son los únicos en España que entrenan a perros considerados como potencialmente peligrosos (PPP) como pitbulls o labradores para convertirlos en perros de terapia. «Ahora estamos preparando a dos para entregarlos a una chica que tuvo un ictus y un chico que tuvo un accidente de coche», señala Mesias.

Desde la asociación desarrollan proyectos como «Aullidos de paz» dirigido a menores recluidos en centros que entrenan durante seis meses a uno de los de los perros de la perrera, y así consiguen un título en terapia asistida con animales. «El programa, que lleva un año en funcionamiento, les ayuda a buscarse una vida digna y hacerles reflexionar de que alguien les necesita», destaca Ángel Mesias. Luego, los jóvenes acuden a la residencia de ancianos El Paular, donde hacen sesiones de terapia con los canes y personas mayores diseñadas por ellos mismos.

Tutti frutti, un american standford, es uno de los perros adiestrados en la asociación. Detrás de su gran tamaño y su cara de pocos amigos, se esconde un grandullón muy obediente. Como perro de asistencia es capaz incluso de desvestir a una persona con problemas de movilidad con un sólo gesto que haga su dueño. Él es una prueba de que las apariencias engañan y que un can declarado como peligroso, además de ser el mejor amigo del hombre, también puede llegar a convertirse en su asistente.

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