El curso que viene empieza cuarto de Secundaria en un centro distinto. A sus 14 años, la situación en su colegio, Salesianos Don Bosco, se ha hecho «insostenible», como relatan sumamente pesarosas la madre y una de las hermanas.

Pese a que el representante jurídico del colegio asegura que se han cumplido los protocolos que establece el plan PREVI, de prevención contra la violencia escolar, no parece que hayan dado mucho resultado porque la alumna que se ha sentido maltratada se ve obligada a abandonar el centro.

«A pesar de que los profesores son conocedores de la historia y de que inicialmente se tomaron algunas medidas, en las últimas semanas la cosa ha ido claramente a peor y existe un miedo claro a ir al colegio y un nivel de ansiedad y de tristeza elevado». Así concluye el informe psiquiátrico sobre el estado de esta alumna, apenas una semana después de acudir a urgencias «porque un domingo, desesperada por tener que volver al día siguiente a clase y en un evidente ataque de ansiedad, pedía un cuchillo jamonero, fue terrible», recuerda su madre angustiada.

En urgencias del Hospital de San Juan le derivaron al USMI, Unidad de Salud Mental Infantil, pero le han dado cita para el mes de octubre. «Como la psiquiatra recomendó que lo más sensato sería cambiar de centro el curso que viene, hemos decidido hacerlo porque falta mucho para que le atiendan en el USMI», admite la madre.

Han sido años de «desprecio, insultos y vejaciones por parte de otros compañeros» de aula, que han desembocado en la «falta de autoestima» y «miedo al colegio» por parte de la menor. «Jamás se me olvidará el ataque que sufrió la Navidad de 2012, en primero de ESO, pero no hemos sabido lo que le pasaba hasta mucho más tarde. Nadie nos ha informado y la normativa del colegio no ha sido eficaz, aunque nada tenemos contra el profesorado que ha tratado de ampararla en todo momento», sostiene la madre.

En el colegio, sin embargo, fechan la «primera incidencia» sobre el caso «en 2013», y aseguran que «finaliza con la salida del centro de los implicados. Las sanciones deben guardar proporción con los hechos y se han adoptado medidas en relación con los hechos objetivos, aunque quizá no satisfagan ni a la menor ni a los acusados», subraya el representante jurídico del centro.

Denunciar

Según la relación de los hechos apuntada por los familiares de la alumna acosada, los primeros conatos surgen en 2012 «porque le llamaban lesbiana en clase de gimnasia. Lo único que sabemos es que no quería ir a clase, le tiraban la mochila o la libreta de matemáticas por la ventana, le rompían el material o con el palo de un toldo le tiraban del pelo hacia atrás», lamenta su hermana, que no puede reprimir las lágrimas. «No nos lo decía porque no quería que nos disgustásemos. Lo hemos sabido mucho después, por eso queremos denunciarlo, para que cuantos se vean en una situación similar actúen cuanto antes y no permitan que les tapen la boca».

La «líder acosadora», como describen a una de las alumnas, dejó el centro ese primer año de Secundaria, pero «el maltrato siguió a través de las redes sociales porque seguía en contacto con el resto de compañeros del aula. Sólo un niño ha seguido en contacto con mi hija, y su madre, la única que se ha interesado también», añaden.

Los primeros dictámenes del colegio sobre la situación de la alumna maltratada apuntan a la pérdida de rendimiento escolar. «Lo denominaron fracaso escolar pero se trata de acoso escolar por exclusión social, tal y como nos han hecho ver los especialistas consultados posteriormente», comenta la familia asegurando que han pasado por un verdadero tormento pero que, una vez conocedores de su alcance, «esperamos que no le queden secuelas, aunque nos han advertido de que hay que vigilar estrechamente».

Sin ir más lejos, relatan que, recientemente, ante el sonido del whatsapp en el móvil de la menor «se el cambió el gesto. Miró aterrada al teléfono por si recibía algo desagradable, después de ser excluida por sus propios compañeros de los grupos de whatsapp. Dicen que porque es conflictiva».