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Las abejas emigran a la ciudad

La ausencia de pesticidas y los jardines con flores provocan la proliferación de enjambres en Alicante

Las abejas emigran a la ciudad

«Las abejas tienen instinto de conservación y reproducción, y hacen enjambres donde hay abundancia de comida. En las ciudades las colmenas funcionan muy bien. No hay pesticidas, como en el campo, y los jardines son buenos para ellas, porque se riegan, y saben con seguridad que se van a producir flores, por lo que encuentran muchos sitios para alimentarse y polinizar». Así explica el apicultor alicantino Jorge Gras la presencia creciente de colmenas en Alicante, donde las abejas anidan cada vez más en persianas y en huecos de viviendas orientadas a mediodía buscando comida dado que en el campo del entorno escasea la floración por la falta de lluvias, aunque el año pasado fue todavía peor, con más sequía.

En lo que va de primavera, apicultores y bomberos han retirado ocho colmenas en distintos puntos de la ciudad, la última el domingo en una urbanización de la calle Médico Pérez Martorell, en el PAU 1, donde acudieron efectivos del Servicio de Extinción de Incendios entrenados recientemente para extraer colmenas. El viernes anterior, apareció otro enjambre con unas 6.000 abejas en el interior de una viga de madera de un inmueble próximo al Mercado Central, retirado en este caso por apicultores de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja), con la que el Ayuntamiento ha suscrito un convenio para la retirada de paneles con fines de preservación de las abejas, ya que los insectos en ningún caso se destruyen sino que se trasladan a colmenas itinerantes instaladas en diferentes parcelas del término municipal, o bien se llevan al campo o al monte, declaró el concejal de Medio Ambiente, Luis Barcala.

En el caso de los bomberos de Alicante, unos veinte recibieron formación de un apicultor para retirar colmenas y en cada turno siempre hay un especialista y tienen tres equipos para protegerse de las picaduras. El protocolo pasa por colocar una caja rociada con feromonas de abeja debajo del enjambre para atraer a los insectos, e impregnar el lugar donde está la reina con vinagre para que a su vez caiga a la caja, lo que garantiza que todas las demás la seguirán. Una vez cerrada, un apicultor se las lleva a Aspe o ellos mismos las dejan en libertad en la sierra de Foncalent, como explicó el suboficial del servicio, Ángel Bastida. «Es bueno que haya colmenas porque polinizan, el problema sería que faltaran», afirmó.

Según el apicultor Jorge Gras poner colmenas no está prohibido en el entorno urbano, de hecho él mismo tiene desde hace más de 15 años en su casa de San Vicente, y nunca los vecinos han puesto problemas, y sus hijos han jugado delante de ellas. En París incluso es habitual colocarlas en lo más alto de los edificios. «Las abejas cada vez van a menos, no tanto en España como en los países más pobres, donde hay cada vez más problemas para conservarlas, por lo que la miel está subiendo mucho de precio». Asaja también alerta de que las abejas han decrecido.

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