El vuelo anticipado de miles de aleluyas anunciaba ayer, pasado el mediodía, el esperado encuentro entre la Virgen de la Alegría, portada por festeros de las Hogueras, y el Cristo Resucitado, a hombros de miembros de cofradías y hermandades de la Semana Santa alicantina. Un encuentro que pone cada año el punto final a una celebración marcada siempre por la pasión y, en este 2015, además por el intenso calor.

De hecho, el buen tiempo se convirtió en la mañana de ayer en uno de los protagonistas de un encuentro entre madre e hijo que dejó pequeña la plaza del Ayuntamiento. Tan abarrotada estuvo por fieles y curiosos que desde las alturas parecía imposible encontrar un hueco para presenciar ese simulado saludo entre Jesús Resucitado y su progenitora. Tras el encuentro, ambas imágenes y sus acompañantes salieron en procesión por la Explanada y la Rambla para despedirse, hasta el próximo año, a las puertas de San Nicolás.

La primera hermandad en salir ayer a la calle fue, como manda la tradición, la que porta hasta el Ayuntamiento el trono con Jesús. Desde la Concatedral, la imagen esculpida por Ramón Cuenca abandonó el templo al paso que marcaban decenas de miembros de la Semana Santa, cada uno con el atuendo propio de su cofradía o hermandad. Con el abanderado liderando la marcha y la compañía del presidente de la Junta Mayor en su primer Domingo de Resurrección al frente de la entidad, la imagen recorrió parte de la Rambla antes de avanzar por Rafael Altamira, a la espera de que al fondo de la calle, tras bajar con paso firme las escalinatas, apareciese la Virgen de la Alegría. El encuentro se hizo esperar algunos minutos ya que la imagen que partió desde la Basílica de Santa María, portada por festeros de las Hogueras, lo hizo con cierto retraso. El anuncio, que se escuchó desde los puntos clave del recorrido, llegó con el repicar de campanas. Instantes después, se abrieron las puertas de la basílica y apareció la Virgen, que lucía un manto de claveles blancos. La esencial presencia de la Fiesta en la Hermandad de Nuestra Señora de la Alegría no sólo se dejó ver ayer con el atuendo de zaragüells de los costaleros o con la presencia de las dos Belleas del Foc, Patricia Gadea y la pequeña Nuria Menargues, con sus trajes de novia alicantina, sino también por las festeras que, con mantilla blanca, se sumaron a la procesión, con inicio y final en Santa María, previo paso por la concatedral.

Con las imágenes de la Virgen y el Resucitado separadas por apenas unas decenas de metros arrancó el momento más esperado: el Encuentro de madre e hijo en el Domingo de Resurrección. El apresurado vuelo de aleluyas, se ve que por aquello de la impaciencia de algunos, modificó el guión previsto, ya que los centenares de miles de estampas suelen volar justo en el instante en que ambos tronos se «funden», aunque ayer se produjo bastante antes. Así, el «arco iris» ya lucía en el cielo cuando la Virgen y el Resucitado caminaban para encontrarse frente al Ayuntamiento. La música -con el himno de España de primer acompañamiento- y el estallido de pólvora hicieron el resto.

El esperado instante fue seguido con expectación por miles de personas desde una repleta plaza y por una nutrida representación del gobierno local desde los balcones del Ayuntamiento, donde también se dejó ver la consellera de Bienestar Social y alcaldable del PP por Alicante, Asunción Sánchez Zaplana. En la procesión además se vio al único representante de la oposición alicantina, el concejal socialista Alejandro Parodi.

Tras el breve recorrido por la Explanada y la Rambla, la Virgen y Jesús se volvieron a encontrar, aunque en esta ocasión con aroma a despedida. El paso del Resucitado se quedó en la Concatedral, mientras que la Señora de la Alegría siguió hasta su basílica. El año que viene más Semana Santa.