Euterpe empezó a hablar, la música comenzó a sonar y apareció la magia. Más de seis metros de altura de una escultura móvil que obligó a levantar la mirada al cielo. Y Carros de Foc lo consiguió de nuevo. Los asistentes a la gala de los premios «Importantes» de INFORMACIÓN pasaron de posar sus ojos en el escenario del ADDA a levantar la vista hacia una escultura gigante de cerca de siete metros de altura. Todo porque la compañía de teatro urbano de San Vicente del Raspeig se sumó a la celebración del 30 aniversario de los galardones y puso la guinda al acto celebrado el pasado jueves llenando de magia y color el exterior del auditorio.

Tan solo 20 minutos de espectáculo sirvieron para congregar a los asistentes en el exterior, para disfrutar de un bello alegato a favor de la comprensión y el entendimiento entre los seres humanos, poniendo de relieve el valor de la palabra. Unos minutos en los que los móviles consumieron su batería y sirvieron de iluminación espontánea para disfrutar del montaje, cuyo título, La caja de las letras mágicas, creado para la celebración de este 30 aniversario por el director de la compañía, Miguel Ángel Martín, quería resaltar el valor de la palabra, parte esencial de la vida de un periódico.

Alrededor de una treintena de profesionales participaron en esta puesta en escena, incluidos siete acróbatas que mostraron su destreza y agilidad en un espectáculo que resultó emotivo y lleno de sensibilidad, una de las características que imprime habitualmente Carros de Foc a sus propuestas de calle.

Todos los sentidos se pusieron en marcha para disfrutar del montaje visual, musical y de luz que atrapó enseguida al público, algo que Carros de Foc sabe hacer a la perfección pues lleva ya 20 años llevando su magia por numerosos países del mundo. En este caso, la compañía ofreció un viaje a través de la imaginación, como una metáfora y una reflexión sobre los valores que se han ido perdiendo para sensibilizar a los espectadores.

«Estoy hecha con material electrónico reciclado y kilos de hierro, tornillos y masillas. Realmente pretendo dar vida a estos materiales muertos que carecen de sentido por sí solos y, unidos, espero que sirvan a muchas personas que quieran escucharme para hacerles reflexionar y pensar en los pequeños detalles que no les damos importancia y condicionan nuestra felicidad». Con estas palabras comenzaba a cobrar vida esta escultura gigante, que completó su «actuación» con su voz acompañada de una potente música. Después despegó del suelo para flotar por el aire, en uno de los momentos más espectaculares de la historia.

«No hace mucho tiempo recibí un regalo muy extraño. Se trataba de una caja llena de letras, pero de letras mágicas, que formaban palabras amables. Pronto descubrí que si regalas estas palabras a los demás se puede conseguir que las personas hagan cosas inimaginables. Por ejemplo, hacer reír al que está triste o hacer llorar de alegría, entender cuándo no entendemos, incluso escuchar sin hablar», decía Euterpe. Y eso es precisamente lo que la compañía Carros de Foc consiguió.