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Lea aquí el artículo íntegro de la alcaldesa de Alicante

Quiero, puedo y debo

Sonia Castedo, ayer en la calle San Francisco, donde acudió a apoyar a los comerciantes. héctor fuentes

No resulta sencillo sentarse ante un folio en blanco para escribir un artículo cuando tienes tantas cosas que contar, en el que quieres decir mucho y necesariamente encuentras un espacio acotado. La primera preocupación radica en saber expresarte adecuadamente, y llegar de manera clara a todos aquellos ciudadanos que lo vayan o quieran leer.

En cierta ocasión dije que «cuando la voz del enemigo acusa, el silencio del amigo condena»«cuando la voz del enemigo acusa, el silencio del amigo condena». Me arrepiento de esa frase, porque he podido comprobar en la calle, donde siempre he estado, que el amigo sí se encuentra a mi lado, que siempre lo he tenido cerca, que sigo recibiendo sus sonrisas, sus besos, sus abrazos y sus gestos de complicidad y apoyo personal, que me aprietan fuerte el brazo y que me miran a la cara. No les hace falta decirme más. Con eso es suficiente.

En los últimos meses, los ataques hacia mi persona se han radicalizado. Me sorprende, porque si esos partidos y colectivos de izquierda tan seguros están de que políticamente estoy «muerta», de que para mí «no hay futuro» y de que mi partido no quiere saber nada de mí... ¿por qué malgastan tantas fuerzas en quien, según insisten, es un «cadáver político»? Pero anoto un matiz: esos mismos detractores han cambiado últimamente su discurso y ahora les escucho decir -a semejanza de algunos medios de comunicación- que posiblemente no existan responsabilidades penales (es decir, que «la Castedo no ha hecho nada delictivo»), pero sí políticas y personales. Vamos a ello.

¿Responsabilidad política? ¿Qué es la responsabilidad política? ¿Significa llamar a las televisiones nacionales para vender de Alicante una imagen de «corrupta» y «mafiosa», sólo para intentar que su Alcaldesa dimita, pero sin importar lo más mínimo la repercusión que tenga sobre nuestra ciudad? ¿Es responsabilidad política silenciar que no existe ningún tipo de delito y empeñarse en trasladar lo contrario? ¿Es responsabilidad política filtrar conversaciones entrecortadas y manipuladas?

¿Por qué insisten en la «responsabilidad política» cuando no sólo no has hecho nada sino que nadie puede demostrar lo contrario? Difama, que algo queda.

Es cierto que tengo una responsabilidad. No lo voy a negar. Pero una responsabilidad y un compromiso con esta ciudad y sobre todo, con quienes depositaron en las urnas su confianza en mí. ¿Recuerdan el slogan de mi campaña electoral en 2011? «Cuenta conmigo». Es por ellos y por Alicante por quienes peleo día tras día... y lo seguiré haciendo, cumpliendo así con mi trabajo diario y constante.

Durante 6 años (han leído bien, 6 años) he tenido que escuchar y leer insultos como «corrupta» y «choriza» -que significa «ladrona»-, y después de tanta y tanta investigación resulta que el informe policial sobre mi situación patrimonial es negativo. Ni la policía ni la Fiscalía me acusan de enriquecerme. Han investigado cada gasto, cada apunte contable, cada compra, cada propiedad... y no encuentran absolutamente nada, muy a su pesar. Debería ser cuanto menos llamativo ese matiz, pero parece irrelevante para quienes han decidido erigirse en plataforma mediática del despropósito. O tal vez sea que hasta eso ha sido capaz de manipular la oposición.

Permítanme que insista: en ningún momento ha existido una sola acusación hacia mí de enriquecimiento personal. Y aunque no tendría ni que decirlo, no me importa aclararlo de nuevo: no me he llevado nada... Ni lo haré nunca.

No ocurre lo mismo, por cierto, con alcaldes de otros partidos políticos, a los que sí se acusa de enriquecimiento ilícito, pero para ellos existe la presunción de inocencia. ¡Qué suerte tienen! Léanse el caso POKEMON.

Estando el caso del Plan General de Ordenación Urbana en el Tribunal Superior de Justicia, fui a declarar en dos ocasiones. La primera de ellas, fui noticia nacional por protagonizar uno de los interrogatorios más largos de España en proceso de instrucción. Sí, más largo que los que hayan tenido un etarra o un asesino. Tres días. ¿Y de verdad a nadie le llamó la atención? Claro... es una Alcaldesa del Partido Popular, y aquí los que gritan e insultan son los de izquierda... ¡¡Valientes!!

En todas aquellas declaraciones presenté la documentación pertinente (esgrimiendo documentos oficiales que por extraño que pareciera no constaban en la causa y por tanto eran desconocidos) para confrontarla con interpretaciones subjetivas, que no se basaban en un sólo papel que demostrara la más mínima ilegalidad. Tras los interrogatorios, seguía teniendo la misma duda que al principio... la misma duda que tengo ahora? Seis años de investigación y no tenían los documentos. Los tuve que aportar personalmente durante mi interrogatorio, y aún así se me acusa de dilatar el proceso.

¿De qué me imputan? Lo cierto es que a día de hoy aún no lo sé. Conozco lo que significan los delitos de tráfico de influencias, información privilegiada y cohecho. Pero después de 6 años... ¿alguien puede decirme dónde y cuándo he cometido tráfico de influencias? ¿En qué momento ha existido información privilegiada? ¿Cuándo cometí cohecho?

Sobre los famosos viajes a Andorra presenté mis facturas... pero ahora resulta que «una factura no significa que lo hayas pagado». ¿Qué ocurre? ¿Cuando compre un artículo tengo que hacerme una fotografía con el dependiente, la factura y dos testigos? Espero que tanto «entendido» y «columnista» que escribe a la ligera sobre mí me aclare cuáles son exactamente las actuaciones que provocan las imputaciones. Ni la mayoría de los abogados consultados ni yo misma lo sabemos a día de hoy; pero lo que es peor, todavía nadie nos lo ha aclarado. Nos dicen y reiteran que «no es el momento procedimental» adecuado. A esperar... y a aguantar. Para mí, la responsabilidad política, penal y personal llega cuando alguien hace algo... no cuando alguien dice o interpreta que lo has hecho.

Otro asunto que escucho frecuentemente es ese de que las conversaciones conocidas son «inmorales e indecentes». ¿Inmorales? ¿Indecentes? Esas conversaciones eran, o así lo creía, privadas. Exactamente igual de privadas que las que cualquiera de ustedes puede mantener con sus conocidos. Ahora imagínense que sus conversaciones de los tres últimos años aparecen publicadas en todos los medios de comunicación y que, en el colmo de la indefensión, son interpretadas por «terceros» que donde oyen un «no», interpretan un «sí». Y lo más grave: imagínense que esas conversaciones se cortan en un determinado tramo porque «el resto no es importante para la causa», y se unen a otras conversaciones que tienen lugar meses después y bajo condiciones distintas. «Mezclemos conversaciones». «Cortemos y peguemos». ¿Qué nos queda? Mucha culpabilidad y poca inocencia. ¿Verdad que la imagen que venderíamos de usted no se ajustaría a la realidad?

Ahora llegamos al planteamiento inicial: 6 años después y tras millones de euros de dinero público gastados, no hay ni una sola prueba. Absolutamente ninguna. ¿Alguno de ustedes sabe en qué actuación concreta cometí tráfico de influencias, información privilegiada o cohecho? ¿Algunos de ustedes lo sabe 6 años después? ¡Viva el Estado de Derecho!

Estando ya en este punto, se plantea un problema: ¿qué hacemos? ¿Cómo es posible continuar «desgastando» a la alcaldesa? Pues vamos a hacer lo de siempre: alarguemos los procesos con peticiones de diligencias y filtremos las conversaciones a quien proceda, aunque no sea legal hacerlo. Al final dará igual, porque aquí nunca pasa nada. Así que «TÚ organiza a los de siempre y que comiencen a escribir contra ella, TÚ avisa a las televisiones nacionales porque tenemos que conseguir que la imagen de Alicante sea la de la corrupción, TÚ averigua a qué actos va para organizarnos en grupos e insultarla allá donde vaya, que el espacio mediático es gratis; TÚ habla todos los días de la ciudad, di que está paralizada porque la alcaldesa está más preocupada de sus asuntos judiciales que de la ciudad...». TÚ, TÚ y TÚ... Y al final, los de SIEMPRE lo consiguen. Bien es verdad que los de SIEMPRE son para los demás precisamente eso: los de SIEMPRE.

En más de una ocasión lo dije: «mi pecado fue sacar 18 concejales en las elecciones de 2011». Eso significa que me votó izquierda, centro y derecha. Y eso, los de SIEMPRE, no lo pueden consentir de nuevo. Y para ello, utilizarán todas sus armas con tal de lograrlo. ¡Qué alto peaje estamos pagando!

Pero volvamos al calificativo de «indecente». Indecente es que en un Estado de Derecho tenga que estar permanentemente demostrando que no he hecho lo que nunca he hecho. Sí, soy inocente, y lo voy a demostrar cuando me dejen hacerlo. Lo estoy esperando con todas mis energías. Indecente es el acoso al que yo misma, mi familia y, en general, toda la ciudad de Alicante, estamos sometidos en todos los aspectos. Indecente es que nadie haga nada para frenar ese acoso. Indecente es intentar destrozar a una persona con insultos públicos y privados, haciendo lo que sea necesario, y que se permanezca impasible. Indecente es mantener graves acusaciones sobre una persona y que a día de hoy no exista ni una sola prueba. Indecente es la falta de objetividad de algunos medios de comunicación... ¡Que la realidad no estropee un buen titular! Indecente es que se me diga personalmente que «sabemos que no hay nada, que esto va a quedar en nada», y en público lo silencien o se anuncie lo opuesto. Indecente es actuar así sólo porque «los políticos, como son todos unos corruptos, se lo merecen». Indecente es tener que ver mi declaración del Tribunal Superior de Justicia colgada en internet y, aun siendo delito, nadie haga ni diga nada.

Hay tantas cosas «indecentes»... y tantas personas «indecentes» que al final, por no hacer nada, vivimos en una sociedad «indecente».

¿En verdad alguien se cree que yo me «aferro» al cargo? ¿En verdad son incapaces de entender que no puedo permitir que los verdaderamente «inmorales» consigan su propósito? Tal vez esto no sea «normal» en política; pero es lo normal en las personas que sabemos que no hemos hecho nada. Lo dije ayer públicamente en las redes sociales, y me ratifico: «es difícil vencer a quien nunca se rinde». Mi dignidad no tiene precio ni fecha de caducidad. «La lucha tiene la dignidad que la victoria se merece». Cuando lo que está de tu parte es la verdad, ni tergiversaciones ni interpretaciones ni manipulaciones podrán dañar mi dignidad como persona. Al final la verdad me acompañará en el camino. No quiero ni necesito más compañera de viaje.

A esos agoreros que tanto hablan y hablan, que tanto escriben y escriben, que tanto opinan, dicen, cuentan e interpretan, les reto: díganme una sola actuación que yo haya realizado para beneficiar a Enrique Ortiz. ¡Sólo una! No pueden. Simplemente... no la hay. Pero seguirán ensuciando el nombre de la ciudad para intentar hacerme caer.

Se me pueden criticar muchas cosas, pero nunca que no haya trabajado sin descanso por y para Alicante y los alicantinos. Me he dejado el alma, la vida y los tacones peleando por esta ciudad, he demostrado a base de trabajo que Alicante es mucho más que el nombre de una ciudad.... Y lo pienso seguir haciendo porque me gusta. A pesar de todo y duela a quien duela.

Critican las flores, critican las plazas, critican las obras y critican los mercados... por criticar, critican hasta las «setas» de la calle de San Francisco. Pues miren, lo que no consiguieron profesionales a lo largo de muchos años -revitalizar la zona centro-, lo conseguimos poniendo unas «simples» setas. Y hasta eso se encargaron de que fuera noticia nacional en negativo para esta ciudad. Llamen ahora a esos mismos medios y díganles que vengan, que hablen con los comerciantes, que hablen con los vecinos. Tal vez sirva para que otras ciudades vean cómo, en ocasiones, la imaginación, el trabajo y el ímpetu por hacer cosas es suficiente para conseguirlo.

Muchas son las ocasiones en las que me han pedido que estuviera callada para no interferir en los procesos. Pero las personas, su familia y los seres más cercanos a ellas tienen límites. Y yo he decidido no callar por más tiempo. ¿En verdad se creen que teniendo, como tengo, la verdad de mi lado, van a conseguir con su indecente y continuada presión que me canse y dimita? Pues sólo por mi dignidad, por mi familia y por el compromiso que me une a los miles de alicantinos que confiaron en mí hace más de tres años, aguanto y aguantaré. Y que nadie lo dude nunca más: lo haré siempre.

Nunca en mi vida me he dado por vencida en nada. Y mucho menos cuando lo que tenía en contra sabía que era «de lo malo, lo peor». Que peleen contra mí... pero que lo hagan democráticamente. Y que me ganen... si pueden. Que no sean cobardes y vengan de cara. Yo nunca me escondo.

He visto a mucha gente llorar por la situación que vivo y que también consideran injusta. Son muchos más que ustedes. Es esa «mayoría silenciosa» que no necesita ni pancartas, ni piedras para defender aquello en lo que creen. No necesitan ir en grupo para ser valientes. Y esos son los que me importan. Los que continuamente acuden a verme para contarme sus problemas, problemas de verdad, problemas que tienen que sufrir día tras día. Su grito aparece reflejado, cada 4 años, en una papeleta electoral. Mi agradecimiento personal y sincero es a esa mayoría de alicantinos que no se manifiestan, que quieren saber la verdad, que no se dejan influenciar por quienes se erigen en librepensadores cuando no son más que manipuladores.

Por ellos trabajo y lucho. Y lo seguiré haciendo, con las mismas ganas y el mismo ímpetu que el primer día. Ni una sola persona que confió en mí en el año 2011 se sentirá nunca defraudada de haberlo hecho.

Este es mi problema, pero sólo el mío.

Son los problemas de la gente para la que trabajo sin descanso los que me preocupan y seguirán ocupando todo mi tiempo. Para eso estamos y para eso hemos sido elegidos.

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