«La Rambla está dejada y un poco olvidada. Los árboles tienen demasiada hojarasca, incluso ya están rozando el suelo, y por el peso las ramas tiran hacia abajo y se doblan. Es verdad que este año tenemos mucho turismo pero esto no creo que guste mucho a nuestros visitantes alemanes, que cuidan tanto la jardinería de sus ciudades». A las quejas del presidente de la Asociación de Comerciantes de la Rambla (ACRA), Francisco Navarro, se suman los trabajadores de otros establecimientos de la céntrica avenida, que explicaron que los proveedores tienen que esquivar las ramas cuando van a descargar. Asimismo, vecinos y usuarios del autobús urbano relataron que a menudo se ven obligados a apartar la hojarasca para cruzar o subir al transporte público. «Parece una selva», dijeron. Esta misma expresión fue empleada hace unos días por residentes en la playa de San Juan para referirse a las praderas de los parques de la zona, y por usuarios de las pistas de atletismo del Tossal, un crecimiento excesivo que el Ayuntamiento achacó al riego con agua reutilizada pero que los afectados relacionaron con la falta de poda.

Ahora, vecinos y comerciantes de la Rambla afirman que hace más de tres meses que los servicios municipales no podan las «bauhinias», arbolado que adorna esta calle desde que siendo alcalde Luis Díaz Alperi sustituyera las tradicionales palmeras por esta especie que en primavera tiene una flor púrpura. Algo que EU sigue calificando pese al paso de los años como «palmericidio. La Policía Local debería dar parte en sus informes de que las ramas han llegado al suelo para que las poden porque puede ser problemático. No están muy pendientes y el Ayuntamiento en general tampoco», aseguraron los denunciantes.

También se quejaron de la falta de riego, del escaso baldeo, -«antes incluso venían los sábados y ahora han dejado de hacerlo»- y de que los barrenderos «se ven poco».

Los vecinos también dijeron que el jardín del Portal de Elche cada vez está más seco «y más sucio, lleno de papeles y botellas», y otro punto emblemático del centro sobre cuyo mantenimiento hay quejas es la plaza de Gabriel Miró. Residentes en el entorno y trabajadores de los establecimientos más próximos alertaron sobre la falta de riego de los jardines que se traduce en un césped cada vez más escaso y lleno de calvas. «Antes había siempre un jardinero aquí, todos los días, de ocho de la mañana a tres de la tarde, y ahora ya no está», explicaron. A la falta de riego de los jardines que han percibido con respecto al pasado verano se suma también que «barren y baldean menos. Antes cuando llegábamos por la mañana a abrir nuestros comercios había agua en la puerta y ahora sólo la encontramos los lunes porque parece que baldean los fines de semana».

En esta plaza hay una serie de olmos centenarios que el Ayuntamiento quería sustituir. Fueron podados hace unos meses y, según el área de Atención Urbana, «han respondido muy bien». Sin embargo, también existe un ejemplar joven, de pequeño tamaño, que se estaba muriendo, según fuentes municipales, por «la sequía», aunque los vecinos creen que es porque el jardín no recibe los cuidados que debiera. Este árbol ha sido objeto de un riego suplementario y está rebrotando.