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Retrato del poblamiento olvidado

El periodista Agustí Hernández recuerda en un libro la memoria de alrededor de 40 localidades de la Comunidad abandonadas o desaparecidas por diversas causas.

Cuando un lugar es poco conocido se tiende a decir que ni siquiera está en el mapa. A lo largo de la historia son muchos los núcleos de población que han existido pero que a día de hoy tienen esa circunstancia de no figurar en la cartografía o de hacerlo únicamente en la más específica. Conjuntos de casas que un día tuvieron vida y que en la actualidad, por alguna causa determinada, han caído en el olvido, no son más que un cúmulo de ruinas o, directamente, han desaparecido por completo. En la provincia de Alicante y en el conjunto de la Comunidad Valenciana hay numerosos ejemplos de este tipo, en los que el despoblamiento ha llegado a su nivel más absoluto.

El periodista valenciano Agustí Hernández lleva varios años recopilando los casos de núcleos de toda la Comunidad que han ido quedando abandonados o han desaparecido. El proyecto, materializado en un «blog» de internet, ha desembocado recientemente en la publicación del libro «Els pobles valencians abandonats. La memòria del silenci», que recoge el triste devenir de alrededor de 40 localidades de las tres provincias. La obra, presentada la semana pasada en la Universidad de Alicante (UA), tiene la particularidad de haber sido editada a través de «crowdfunding», es decir, gracias al mecenazgo. Unas 400 personas han colaborado para que el libro pueda ver la luz.

Las causas del abandono de los pueblos son diversas, aunque la más común en la Comunidad es el éxodo rural, que a partir de 1960 supuso el final de muchos pequeños núcleos. El autor recalca, no obstante, que en la provincia de Alicante este fenómeno «no llegó al nivel de otras zonas», de manera que no quedó vacío prácticamente ningún núcleo. Hay ejemplos de despoblamiento pero sin caer en el abandono, como las aldeas de La Zafra, Montnegre de Dalt, Llombai y Turballos, en los municipios de Villena, Xixona, la Vall de Gallinera y Muro, respectivamente. La última, además, se revitalizó a partir de la década de 1980, en parte con la llegada de nuevos pobladores.

Tampoco se han llegado nunca a abandonar por completo las colonias agrarias de Santa Eulalia y Sierra de Salinas, en el Alto Vinalopó. Estos núcleos construidos para la explotación de las tierras circundantes cayeron en decadencia y prácticamente en el olvido. El caso de Santa Eulalia -dividida a medias entre los términos municipales de Villena y Sax- es especialmente llamativo, tanto por su arquitectura -un palacete, fábricas, un teatro...- como por su resurgir, hace muy pocos años, tras convertirse en escenario de rodaje de la serie de televisión «L'Alqueria Blanca». Ha pasado de ser un núcleo olvidado, visitado casi exclusivamente por sus exiguos habitantes o residentes temporales, a convertirse en poco menos que un lugar de pergrinaje. Eso sí, el buen estado de sus viviendas contrasta con la ruina de sus edificios más imponentes.

Agustí Hernández también se remonta en su obra a la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII, y a sus consecuencias sobre el poblamiento. Entre el Comtat y la Marina Alta aún pueden verse las ruinas de lugares como l'Atzuvieta, Benimarsoc o Canèssia, entre otros, cuyos habitantes fueron obligados a marcharse y que nunca fueron repoblados. En estos lugares, los restos de las casas todavía son testimonio de una vida que existió pero que fue condenada a caer en el olvido.

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