«¿Los petardos caducan?». «¿En Hogueras podemos tirarlos en todos los sitios y a todas horas?». «¿La licencia para usarlos con menor edad es para todo el año?»...Éstas fueron algunas de las preguntas que los alumnos de una clase de 1º de Secundaria del IES Gran Vía formularon ayer a los agentes de Policía Local que fueron al centro a hablarles sobre los artificios pirotécnicos, cómo tirarlos, medidas de seguridad y las consecuencias de no hacerlo bien, en el marco de una campaña formativa organizada por el Ayuntamiento en la que participarán una docena de colegios e institutos, y más de un millar de estudiantes.

Poco mayores que Aaron, el niño que murió en Hogueras por el impacto de un petardo, durante la sesión revoloteó lo sucedido hace ya once meses en el barrio alicantino de San Blas, con varias menciones al suceso. Lo mismo ocurrió en la sesión formativa ya realizada en el colegio María Auxiliadora. «Metió el petardo en una lata de coca-cola y le cortó la yugular. Lo vi en las noticias, pobrecito», dijo uno de los alumnos del Gran Vía, a lo que otra estudiante añadió que su propio padre resultó herido en un brazo al introducir un artefacto pirotécnico en una botella de cristal. «Nunca hay que hacer eso porque estamos fabricando una granada de mano. La metralla salta por todos lados y los trozos de cristal o de chapa pueden ser muy peligrosos si nos van a los ojos o al cuello», explicó Felipe Ruiz, el agente que se encargó de la sesión formativa mientras su compañera Noelia Llinares apoyaba las explicaciones con la proyección de ilustraciones. También relataron el caso de un niño sevillano que en 2006 metió tres petardos en una lata, los encendió y sufrió la amputación de una mano.

Los policías no dejaron resquicio a la duda entre los menores. «Esto puede causar la muerte de una persona. Es algo muy serio y os tenéis que quedar con la lección», apuntó el inspector José Carlos Robles, coordinador de este curso, cuando un alumno dudó de que le fueran a enseñar a tirar petardos.

Comprar estos artificios en tiendas autorizadas y nunca en puestos ambulantes, y en envase cerrado, que debe contener la fecha de fabricación y de caducidad, fue otra de las recomendaciones. «Y no guardarlos nunca en el bolsillo porque pueden explotar». También les aconsejaron encenderlos en sitios alejados, fuera de aglomeraciones y del paso de transeúntes o comunidades de vecinos, «y recordar que los daños que ocasionéis repercutirán en vuestros padres», ya que la sanción más leve es de 300 euros.

Menos edad con permiso paterno

Los alumnos también aprendieron que ellos, por estar en la Comunidad Valenciana, pueden manejar determinadas clases de petardos con una edad a la que está prohibido en el resto de España «Como somos muy festeros y nos gusta mucho la pólvora, tenemos una norma especial», que permite a los mayores de 8 años usar fuegos de tipo I como bengalas o bombetas, y autoriza a los mayores de 12 años los de clase II como candelas o cohetes voladores cuando en el resto del Estado la edad se limita a mayores de 12 y 14 años respectivamente. Esa norma obliga a los padres a rellenar una autorización que siempre deben llevar encima, a la vez que supervisan lo que hacen sus hijos. Además son ellos y no los menores los que pueden comprar esos fuegos, que requieren distancias de seguridad de ocho metros. El permiso para Hogueras no se puede ampliar a Santa Faz ni a las fiestas de Elche, por ejemplo, y cada vez habría que renovarlo.

Los policías les dijeron que los de clase III, para mayores de 18, «ni olerlos», y aún menos los de clase IV, para uso profesional, como castillos de fuegos o mascletàs, «por su peligrosidad máxima». Incluiría las bengalas marinas, «así que si alguna vez encontráis una, no la toquéis y avisar a la Policía».