«Aunque Rafael era cuatro años más mayor, Fulgencio también tenía vocación y los dos se iniciaron más o menos a la vez haciendo esculturas en la arena de la playa de Torrevieja», de donde eran naturales, recuerda Paloma Blanco, una de las nietas del primero de los hermanos escultores que recibieron ayer el homenaje de los alicantinos con la inauguración de una calle con su nombre en el barrio de Benalúa-Alipark, en un acto presidido por la alcaldesa.

«El abuelo Rafael fue una persona discreta, inteligente, justa y razonable. Creo que estaría muy orgulloso de ver el legado de amor y respeto que dejó en los corazones de esta familia. Me gustaría que se reflexionara sobre la persona que fue mi abuelo, el buen criterio que tuvo en todos los aspectos artísticos y sociales de la ciudad. Ruego que se apliquen hoy en día y se piense dos veces antes de actuar», añadió la nieta de Rafael, que se inició con el también artista Manuel González Santana en la construcción de ninots al carrer, en 1932, y en la plantà de monumentos fogueriles dos años más tarde, con obras para los distritos Sèneca, Alfonso El Sabio o Pla Bon Repós.

Ya junto a su hermano Fulgencio se dedicaron a hacer monumentos funerarios que se pueden contemplar en el cementerio de Alicante, y escultura religiosa, desde la primera, en 1943, una imagen de la Purísima para Tabarca antes de volcarse en la imaginería de Semana Santa, ya que moldearon tallas como La Samaritana, el Cristo de la Paz o el Cristo del Perdón en el caso de Alicante (también piezas para Torrevieja, Novelda o Rojales), según recordó durante el acto la alcaldesa, Sonia Castedo. «Fueron dos hombres que merecen una admiración sincera, son nuestros escultores del fuego y la pasión. También hicieron panteones y mausoleos, y diseñaron muñecas y peluches para Berjusa en una labor amplia y admirable. A ellos debemos la conservación de numerosos retazos de nuestra historia», dijo la regidora.

El escultor Remigio Soler, vecino asimismo de Benalúa, tomó la palabra para definir a los hermanos Blanco como «grandes maestros» de los que aprendió a tratar la madera y la policromía. En nombre de la familia habló Daniel Blanco, que se ha encargado de todos los trámites para conseguir la calle.