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Jaime Carbonell, presidente saliente del Colegio de Farmacéuticos de Alicante

«Sanidad y Educación ya no pueden con más recortes, la línea roja no se puede pasar y ahora estamos sobre ella»

Carbonell termina su etapa al frente del Colegio de Farmacéuticos y realiza un balance

Apenas quedan recuerdos personales en un despacho, el de Presidencia del Colegio de Farmacéuticos de Alicante, que espera la llegada de su próximo inquilino. Las elecciones, que se celebran hoy, cuentan con los candidatos Fe Ballestero y Carlos Alonso para sustituir al saliente, Jaime Carbonell, que dice adiós tras catorce año al frente de la entidad.

¿Cuál es su balance de sus catorce años al mando del Colegio de Farmacéuticos de Alicante?

Misión cumplida.

¿Puede extenderse más...?

Cuando entré en el año 2000, tras una campaña ejemplar por ambos candidatos, nos marcamos varios objetivos, que hemos cumplido, como que el colectivo farmacéutico fuera más conocido y mejor percibido por la sociedad y mejorar el trabajo interno del colegio, informatizando la gestión del día a día. ¿Lo peor de estos años? Los dolorosos despidos en el Colegio. Cuando entré había 55 trabajadores y ahora quedan 25.

¿Le da pena marcharse?

Hasta ahora, he estado contento con la salida, pero cuando he empezado a despedirme de todos estoy sintiendo la pérdida de la relación con la gente del Colegio.

¿Cuál es su mejor recuerdo de todos estos año al mando?

En lo personal, recuerdo con mucho cariño mi etapa como vicepresidente del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos. En lo colectivo, haber cobrado la deuda de la Generalitat, porque se llegó a pasar realmente mal.

El peor recuerdo, por tanto, irá en esa misma dirección...

Sí, sin duda. Ver a una administración sin dinero, que no sabían dónde esconderse y a compañeros, también sin dinero, que no sabían qué hacer. Ha sido el peor momento, pero a la vez ha sido un reto. Eso nos hizo salir a manifestarnos, cerrar las farmacias... Todo eso sirvió para mucho.

¿Se arrepiente de algo?

No, de nada. Llevar tanto tiempo en el Colegio, me permitió saber qué hacer en cada momento. Aunque reconozco que cuando la deuda llegó a ser de cinco meses, ya no sabía ni qué hacer...

¿Ha hecho muchos enemigos durante estos difíciles años?

Sí, y también muchos amigos. He llegado a perder amigos personales, pero me he sentido muy respaldado por los colegiados, aunque convencer a 800 propietarios de farmacias en la provincia no fue una tarea fácil.

¿Cómo fueron esos días previos al cierre efectivo de farmacias como medida de presión?

No me quitó el sueño. Yo no duermo por cuestiones familiares, pero estas decisiones estaban muy sopesadas y eran colectivas. Estaba preocupado, pero hasta ahí, no más. Era tan grande el problema de la deuda que no me daba tiempo a no dormir...

Visto con la perspectiva que da el tiempo, ¿el cierre patronal fue la mejor solución?

No se podía hacer otra cosa, era la única solución que quedaba dentro de la legalidad. Aquí se propusieron otras soluciones, fuera de la legalidad, y yo me fajé para que no pasaran. El colectivo tenía que conservar la cabeza.

¿Esa huelga, que se prolongó durante un mes, sirvió para humanizar el colectivo de farmacéuticos y aparcar esa imagen de «empresarios ricos»?

Esa imagen es pasado, ahora contamos con el apoyo de la sociedad. Sirvió para que los farmacéuticos despertaran y para que la sociedad viera que nosotros somos como el médico, el periodista o como cualquier otro profesional. En botica hubo de todo: 200 farmacias que no podían aguantar ni un día más, absolutamente ahogadas; 400, como la mía, bastante mal; y otra parte que podía sobrellevar los impagos. La crisis depende más del momento personal de los afectados, de su bolsillo, que de su sector profesional.

¿Fueron duros esos meses de impagos de la Conselleria?

Sí. [Interrumpe su discurso por la emoción, que acaba por reflejarse en lágrimas]. Yo soy difícil de emocionar [continúa con la voz entrecortada], pero ha sido duro. Me voy con el trabajo cumplido. En ese aspecto, tengo buena nota.

Y tras la tormenta, ¿cómo ve la situación del área sanitaria?

Si queremos un sistema de calidad, no podemos ir más allá con los recortes. No vale la barra libre de medicamentos, pero hay que tener cuidado. El pago de medicamentos por renta, que critiqué, parece que no funciona del todo mal. Y aunque nadie quiere pagar, lo que no se paga no se valora. Hay que tomar un punto de equilibrio, una persona sin recursos debe tener su medicación. En general, hay que ser más eficientes: mismo servicio con menos gasto.

¿Se ha encontrado con pacientes que se hayan dejado el tratamiento por falta de dinero?

Yo no, pero la gente está muy justita. En la práctica diaria no lo he visto, pero puede que lo vea.

¿Piensa que puede haber más recortes en Sanidad?

La línea roja no se puede pasar, y ahora estamos sobre ella. No puede haber más recortes, porque Sanidad y Educación no pueden más. Estamos en el límite.

Y los controvertidos algoritmos, ¿qué opinión le merecen?

La medicina tiene parte de arte, y los algoritmos defienden la exactitud. El médico es el que mejor conoce al paciente. Creo que ahorra menos de lo que dicen.

¿No le parece que las farmacias son cada vez más un negocio al margen de las medicinas?

Tiene sus límites. Siempre se deben vender productos vinculados a la salud. Pero el futuro en las farmacias pasa por internet.

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