­La falta de lluvias que sufren desde hace meses las comarcas del Vinalopó y l´Alacantí ha desatado todas las alarmas en la provincia, cuyo sistema hidrológico más importante está desde esta semana en situación de prealerta y, si no hay precipitaciones abundantes en primavera, pasará a alerta en junio, dentro de tres meses, lo que conllevará ya la toma de las primeras medidas, entre las que no se descartan las temidas restricciones de agua, sobre todo para la agricultura, según figura en el plan especial de la Confederación Hidrográfica del Júcar.

Febrero fue muy seco y cálido como lo demuestra el que la Agencia Estatal de Meteorología no registrara ni una gota de lluvia, cuando lo normal hubiera sido que los pluviómetros de la provincia recogieran 26 litros por metro cuadrado. La precipitación fue dos tercios inferior al valor normal y la temperatura 1,2 grados más alta. El déficit de febrero se acumula al del año hidrológico que comenzó el pasado 1 de octubre. En ese periodo de cinco meses el caudal de lluvia acumulado normal sería de 257 l/m2 y en toda la provincia sólo se ha recogido el 70%.

El abastecimiento urbano está asegurado, pero los problemas se concentrarán en el sector agrícola, ya que el bloqueo que sufre el Júcar-Vinalopó impide ahora mismo que pueda llegar agua a las 20.000 hectáreas que dependen del trasvase. Y todo pese a que el embalse de Alarcón, ubicado en territorio Júcar, almacena en estos momentos 800 hm3, una cifra que es superior a la media de los últimos 5 años, y que aumentará en las próximas semanas. Alarcón está conectado con la provincia a través del trasvase del Tajo, pero sólo envía agua en situaciones extraordinarias.

Entre las medidas que establece el plan contra la sequía, si en junio sigue sin llover y se tiene que decretar la alerta, destacan la puesta en marcha de toda la capacidad de desalación -lo que encarecerá el recibo-, el uso del 90% del caudal reutilizado en las depuradoras -ahora una parte se va al mar- y la posible aplicación de restricciones en el suministro por este orden: sector agrícola, baldeo de calles, fuentes y jardines y como última medida el abastecimiento, urbano, prácticamente imposible, ya que ahora mismo la propia desaladora de Alicante, única operativa en la provincia, funciona al 50%, por lo que tiene todavía margen para aumentar producción, pero de un agua mucho más cara.

De momento, la fase de prealerta declarada esta semana sólo contempla medidas de información y seguimiento especial de las condiciones meteorológicas e hidrológicas, el desarrollo de campañas de concienciación y la toma de medidas de reducción de agua, de forma voluntaria, por parte de los agricultores. Si la situación actual sigue otros 3 meses se tendrá que declarar la siguiente fase de alerta, y en ella ya se contempla la puesta en marcha de toda la capacidad de desalación.

La falta de lluvias que padecen las comarcas de l'Alacantí, Alto, Medio y Baix Vinalopó, donde el último episodio significativo de precipitaciones se produjo el 27 de noviembre de 2013, ha disparado las señales de alarma en el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, que no recordaba un inicio de año con menos lluvia desde 1981, hace 33 años, un ejercicio que terminó siendo uno de los más secos del siglo XX. La situación comienza a ser preocupante «porque la historia y la estadística en Alicante no suele fallar sobre las lluvias, y cuando sufrimos un otoño seco, el año termina marcado por la sequía, como sucedió en 1981», apunta Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

De momento, febrero se ha ido sin dejar ni una sola gota de agua de lluvia y para que la situación mejor o, al menos, se equilibre, en marzo, abril y mayo, la precipitación media debiera ser de 90 litros por metro cuadrado en total.