Los puentes son para 100 años. Un estudio del departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Alicante, realizado por la ingeniera alicantina Álida Cañón Torre, advierte de que resulta incoherente plantear la demolición del Puente Rojo de la Gran Vía, una infraestructura que tiene tan sólo 24 años de vida, cuando este tipo de obras se diseñan para cien o más años, según sea el grado de mantenimiento, y cuyo coste de derribo alcanzará los dos millones de euros de fondos públicos.

La cifra es siete veces más alta que la anunciada por la sociedad AVANT, (300.000 euros), a la que habría que añadir otra partida todavía superior para la construcción del paso inferior. En un momento en el que, según el estudio, la ciudad tiene otras urgencias. El Puente Rojo pasa por ser una de las infraestructuras viarias más emblemáticas de la ciudad, pese a su situación de abandono y falta de conservación, facilitando la circulación de 25.000 vehículos al día

Los dos millones de euros calculados como coste de demolición incluyen también las medidas para minimizar el impacto ambiental, como el ruido, vibraciones, polvo... porque la autora del estudio alerta de que el derribo generará molestias a los residentes del entorno. AVANT, coordinadora del proyecto para urbanizar los 470.000 m2 que quedarán libres tras la retirada de las vías, sostiene que la demolición sólo costará 300.000 eurossostiene que la demolición sólo costará 300.000 euros. Sin embargo, según el informe, tutelado por Luis García Andión, catedrático de Ingeniería Civil de la UA, el presupuesto de ejecución material, desmontaje, demolición y viabilidad de alternativas de reordenación del tráfico, alcanza el 1.820.674,83 de euros, bastante más alto que el de la empresa pública.

Álida Cañón aclara que su proyecto pretendía cuantificar el coste de la demolición para valorar si la economía de Alicante puede asumirlo o si, por el contrario, se puede hacer una inversión mucho menor al rehabilitarlo y mantenerlo, «ya que apenas tiene 24 años de vida y los puentes se proyectan para tener un tiempo de servicio superior a los 100 años. Es decir, el proyecto en sí está a favor de mantenerlo y para ello cuantifica la gran inversión que habría que realizar para demolerlo».

La ingeniera propone, no obstante, y si al final se opta por el derribo, una demolición técnica de los tableros del puente. Es decir, la generación de una serie de dovelas o fragmentos de tablero mediante el corte con una sierra de disco o hilo adiamantado. Ésta es una técnica que está en auge y que permite minimizar el impacto medioambiental que ocasionaría ruido y polvo ambiental. Las dovelas se triturarían con medios mecánicos en una zona alejada principalmente del colegio Gabriel Miró, lo que también se ha tenido en cuenta tanto en la metodología de demolición como en los plazos del proyecto para afectar al mínimo el curso normal de las clases.

No obstante, la conclusión de la ingeniera es que, dado que la vida en servicio del Puente Rojo es todavía muy corta, en torno a 24 años, y que soporta en condiciones aceptables el volumen de tráfico de la Gran Vía, se tenga en cuenta la hipótesis de rehabilitarlo -pintura, iluminación y juntas de dilatación- y se integre en el proyecto del parque central lineal, ya que el parque podría ejecutarse por la parte inferior del puente sin problemas, según señala el informe de Álida Cañón Torre.