Cuando hace 7 años se interesó por las apuestas deportivas, Juan (nombre falso para garantizar su anonimato) no imaginaba que ese inocente juego iba a estar a punto de destrozarle la vida. «Yo tenía 20 años, creía que entendía mucho de fútbol y vi una forma de ganar dinero fácil», relata. Empezó apostando un euro al resultado de un partido o a quién marcaría un gol primero, «pero acabé con apuestas de 400 euros». Juan tardó en darse cuenta de que tenía un problema. «Hasta el año pasado no me di cuenta de que estaba arruinando mi vida, empecé a robar dinero a mis padres, pedí dinero a mis hermanos, estaba todo el día con el móvil en la mano apostando, obsesionado. Casi pierdo el trabajo y mi novia estuvo a punto de dejarme. He perdido en las apuestas deportivas unos 15.000 euros pero el dinero es lo de menos».

Juan es uno de los 18 jóvenes, algunos de ellos menores, que acuden a la unidad de juego online creada por la Asociación Alicantina de Afectados por la Ludopatía y Otras Adicciones, Vida Libre, una unidad abierta recientemente ante el aumento de adictos a las apuestas que han recurrido a la asociación en busca de ayuda. Juan lleva seis meses en tratamiento y asegura que «estoy recuperando mi vida, pero no ha sido fácil. Mi familia y mi pareja me apoyan pero lo están pasando mal y eso es lo que más siento».

Juan quiere con su testimonio avisar del peligro que las apuestas deportivas pueden acarrear si no hay control. «Nunca me ha gustado el casino ni las tragaperras pero sí el deporte. Empecé apostando en partidos del fútbol, luego me pasé al tenis y acabé apostando incluso en juegos de los que ni conocía las reglas. Nadie que no lo haya pasado puede entender lo fuerte que es esto y por eso me preocupa. Yo hasta el año pasado fui monitor de un equipo de fútbol de niños y veía a críos de 15 años apostando aunque está prohibido para menores, pero la publicidad de las apuestas está por todos lados».

Igual que un consumo moderado de alcohol no hace a uno alcohólico, la mayoría de usuarios de las apuestas deportivas no se convierten en adictos, pero hay un riesgo si esta práctica se ejerce sin control, algo que conoce bien Antonio Castaños, el psicólogo de Vida Libre que atiende al grupo en el que está Juan. «El tema es grave, y hay varios aspectos que lo hacen especialmente conflictivo: El juego online parece inocuo, pero se agrava en esta época de nuevas tecnologías en la que todo el mundo tiene un móvil o un ordenador desde el que jugar». Además, añade el psicólogo, «es muy preocupante vincular las apuestas con el deporte. Estamos recibiendo a chavales que creen saber mucho de fútbol. Se juegan un euro y ganan 20 y repiten; si pierden quieren recuperar, van perdiendo dinero, lo sacan de donde sea y, cuando la familia se entera, ya hay un problema de adicción grave». Castaños señala que las apuestas deportivas y otros juegos online como el póquer van a la par pero es más grave el problema de las apuestas deportivas. «Los usuarios son más jóvenes y hay menos percepción del riesgo».

El tratamiento para desenganchar a los afectados dura entre 9 meses y un año. «Primero tienen que aceptar el trastorno, luego el tratamiento y después hay que tratarles con las técnicas de autocontrol». A los afectados se les retiran los móviles y el acceso al ordenador y posteriormente se les va exponiendo poco a poco a la tecnología hasta que pueden hacer vida normal. «La idea es que puedan responder a la avalancha de anuncios y publicidad de apuestas que hay por todos lados y que sean capaces de ver un partido sin la tentación de apostar».