La cirugía estética la ha popularizado, pero la toxina botulínica no es sólo eficaz para corregir arrugas. En los hospitales públicos de la provincia, el «Botox» se emplea fundamentalmente para tratar enfermedades neurológicas o musculares.

De hecho «esta toxina tuvo antes un uso médico que estético», señala Rosario Martín, jefa de Neurología del Hospital de Sant Joan. Actualmente se emplea en enfermedades que conllevan una contracción excesiva o incontrolada de los músculos.

Es el caso de la distonía focal en los párpados, que provoca que la persona reaccione a la luz cerrando de forma continua los párpados, lo que a la larga provoca ceguera. El botox también es eficaz «en enfermos que sufren movimientos incontrolados de cuello» y para paliar «la rigidez muscular -espasticidad- que afecta a las personas que han padecido lesiones del sistema nervioso central, como ictus o traumatismos». Recientemente, añade Martín, también se ha aprobado el tratamiento con «Botox» de determinadas migrañas crónicas que no responden a los tratamientos habituales.

En todos estos casos la toxina actúa bloqueando la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor necesario para producir la contracción muscular. Este bloqueo se traduce en una parálisis muscular.

La responsable de Neurología recuerda que este tratamiento, «mejora los síntomas de la enfermedad, aunque no la cura» y el efecto de la toxina es temporal, «por lo que ésta debe ser administrada, a través de inyecciones, cada 3 ó 4 meses en un tratamiento de por vida».

Por otro lado, su manejo es muy delicado. Y es que la toxina botulínica es un potente veneno que en dosis elevadas provoca el botulismo, una enfermedad que puede ser mortal. «Siempre hay que administrarlo en el hospital y con mucho cuidado para no pinchar un vaso sanguíneo», explica la responsable de Neurología del Hospital de Sant Joan. Por eso, «su uso en estética debe hacerse en pequeñas dosis y de una forma muy controlada». Con todo, Martín recuerda que en medicina son muchos los venenos que se usan con fines terapéuticos, como el arsénico.

También hay fármacos, como la digoxina empleada en pacientes con problemas de corazón, y que en dosis elevadas es mortal.

Los pacientes tratados con toxina botulínica reciben los pinchazos alrededor de la zona afectada. «Por ejemplo, para tratar la migraña se pincha en 35 puntos alrededor de toda la cabeza». El tratamiento es caro, ya que una caja de 50 ampollas «cuesta alrededor de 300 euros».