El centro tradicional se ha convertido en el principal punto de ocio de la ciudad durante los fines de semana, con una proliferación de pubs y bares que han dado origen al fenómeno del «tardeo», que llena de gente las terrazas y los locales desde primera hora de la tarde. Una moda que ha ido ganando adeptos entre los jóvenes y no tan jóvenes. Mientras para los hosteleros conlleva una revitalización de la zona, los vecinos del se han puesto en pie de guerra.

Desde que arrancó este fenómeno, hace aproximadamente un par de años, la asociación de vecinos ha presentado reiteradas quejas ante el Ayuntamiento por los ruidos, el consumo de alcohol en la calle y el incumplimiento de los horarios por parte de algunos locales. Vienen reclamando que no se concedan más licencias a bares y pubs y que la zona se declare como acústicamente saturada. Consideran que sus demandas siguen sin ser atendidas, por lo que esta semana han pedido amparo al Síndic de Greuges y han decidido dar un paso más llenando sus balcones con carteles de protesta.

«No es 'tardeo', es 'petardeo», «El Ayuntamiento no protege a sus vecinos», «Queremos dormir un mínimo de ocho horas», «Luchamos por nuestra salud, ¡no al ruido!», «Zona acústica saturada ¡ya!». Éstos son algunos de los lemas que se exhiben en las decenas de pancartas que los vecinos han colocado en sus balcones de calles del centro como Castaños o López Torregrosa, entre otras.

La asociación de vecinos del Centro Tradicional sostiene que este paso más en sus protestas obedece «al grave problema de contaminación acústica que sufrimos y a la pasividad de nuestro Ayuntamiento». Así lo argumenta la presidenta del colectivo vecinal, Alcázar Moreno, quien reivindica que los afectados «quieren descansar, dormir y vivir en sus casas».

Es por ello que los vecinos reclaman que la zona se declare como acústicamente saturada, lo que podría llevar aparejada la suspensión de nuevas licencias y reducciones de horarios. Una petición que choca de pleno con la posición de los hosteleros, que sostienen que la medida llevaría aparejada el cierre de muchos establecimientos y la consiguiente pérdida de puestos de trabajo.

Los empresarios de la zona aseguran que la zona se ha revitalizado y que han tomado todo tipo de medidas para mitigar las molestias a los vecinos, como la implantación de dobles puertas, impedir que los clientes beban fuera de sus veladores o una mayor limpieza. Sin embargo, los vecinos creen que son insuficientes para garantizar su descanso y que en algunos casos no se respetan los horarios de apertura o cierre de los locales.

Igualmente, ven insuficiente la labor municipal. Al respecto, los vecinos piden al Ayuntamiento que «haga cumplir a todos los hosteleros las ordenanzas municipales», pues consideran que «priman» los incumplimientos de la normativa, frente a las sanciones municipales. «Pedimos al Ayuntamiento que endurezca las multas, que no sea tan permisivo con los infractores y tome medidas ejemplarizantes», añaden los vecinos.

Los vecinos pidieron la declaración de zona saturada de ruidos a primeros de año en 32 tramos y calles del centro tradicional en los que contabilizaron 7 discotecas, 25 pubs, un café concierto, cuatro clubes de alterne y 97 restaurantes, 24 de los cuales disponen de terraza. Mese después, aseguran que ahora son muchos más.