Un antiguo horno que quebró antes del verano y que acaba de ser alquilado para convertirse en cafetería; un local que acogió un viejo negocio de rótulos y luego una relojería, cerrado a cal y canto desde hace más de cinco años, y que una familia negocia con su propietario convertir en breve en una tienda; toda una planta baja donde hubo un negocio de confección que llevaban unos comerciantes árabes pero que estaba sin actividad desde hace más de 15 años y que será una turronería; y un edificio que tuvo incluso un cartel de embargo, donde hace años había una coqueta tienda de dietética y que se ha vendido entero para montar un comercio. Son las últimas cuatro adquisiciones de inmuebles y locales en la calle San Francisco, un vial que en los años noventa estaba muerto, y que ahora registra un renacer que se traduce en el constante aumento de las solicitudes de apertura de negocios: en el último año la Gerencia de Urbanismo ha concedido ocho licencias y hay más en tramitación. Entre ellas, una franquicia de dulces y chucherías que abrirá próximamente en un edificio de nueva construcción, que ya ha alquilado toda una planta en la esquina entre San Francisco y la plaza de Calvo Sotelo.

Los comerciantes que en plena decadencia de la calle decidieron quedarse están recogiendo ahora los frutos sembrados hace más de diez años con la aprobación del Plan Especial del Centro Tradicional, que, como recordaron, supuso más limpieza, seguridad y vigilancia. Poco a poco la zona se ha ido regenerando y ahora consideran que está en su punto y con una importante eclosión en su actividad, en lo que ha sido determinante la peatonalización, con el cierre al tráfico en mayo, y ahora la calle temática, con los juegos infantiles y las setas gigantes tan criticadas por la oposición municipal por el desembolso que han supuesto en plena crisis, pero que para el comercio son una bendición. «Seguramente antes una actuación así aquí habría sido impensable. La gente viene a ver la calle de las setas y estamos encantados porque recompensa el trabajo de muchos años, en los que hemos visto cerrar más de una decena de establecimientos. Ahora abren comercios con ilusión y somos capaces de generar empleo, de mover la economía, y atraer visitantes que apuestan por ella como hicimos nosotros hace años», dijo Toñi Torregrosa, presidenta de la asociación Más que centro. También ayuda el que los precios del alquiler de locales hayan bajado un 30% en los últimos años, ya que «los propietarios lo que quieren es darles salida y han ajustado precios, bajándolos dos y tres veces».

Además de las inminentes aperturas, desde la primavera hasta ahora se han inaugurado otros cinco negocios atraídos por el cierre de la calle al tráfico, entre los que destacan tres ofertas de restauración alternativas a lo que se ofrecía hasta ahora en la calle San Francisco. Uno es Canada Cupcake Café, regentado por Shawn Laraby junto a un socio, que se implantó en verano. «Desde que pintaron la calle el local está lleno, pasa la gente, hay más vida y se ve más. Antes era algo gris», dijo Laraby, que echa de menos una mano de pintura en algunas fachadas. A unos pasos está Nokori Sushibar, un restaurante japonés inaugurado también en verano; y más allá Mery Croket, un establecimiento que vende comida natural y vegetariana preparada, desde zumos naturales a ensaladas, sopas, cremas, sandwiches y croquetas, y que también recibe encargos de catering. «El recibimiento ha sido bueno, hemos llegado a la calle perfecta en el momento justo», dijo Mari Ángeles Rodríguez, que alquiló un local que ha reformado conservando los sillares de piedra original, aunque la idea del negocio fue de su hija, María Rueda.

También son recientes Puck Moda Infantil, que abrió en marzo; bodega Vinos y Más; y Dulcinea, una cafetería con obrador que dirigen los hermanos Maribel y Antonio Muñoz Mas, éste último pastelero que prepara cada día los bollos y dulces. «El local es grande y pasa mucha gente. Nos ha sorprendido, es una calle muy buena, y todo el comercio está unido».

Otros negocios como «Caramba», de ropa, que lleva un año; «El tocador de la novia», que abrió hace dos; o «Baby underground», que suma cuatro años, se congratulan de la recuperación de la calle, que ha contribuido a la consolidación de locales como el restaurante Topo Gigio, cuyo personal reconoció que «desde que hicieron la calle peatonal estamos mucho mejor». El comercio anima a los propietarios de edificios antiguos a que los rehabiliten y los pongan en el mercado para su alquiler. «Hay gente joven buscando pisos, sobre todo estudiantes de Erasmus, porque por aquí el alquiler ronda los 450 euros y está a un paso de todo», aseguró Conchi Heredia, vicepresidenta de Más que centro. «Sería muy interesante porque dan vida y dinamizan, y su presencia terminaría de relanzar el barrio del todo», afirman.

Los nuevos comerciantes

  • Izquierda, Mery Crocket. La idea de montar en la calle San Francisco un establecimiento de comida preparada de base natural fue de María Rueda, hija de Mari Ángeles Rodríguez (en la foto). Ofrecen zumos hasta de jengibre y pepino, mandarina o apio. También croquetas de salmón con enebro, longaniza con aceitunas o pita crujiente. «Es como ir a un restaurante pero te lo llevas a casa, y natural», señalan.
  • Derecha, Rafalet y Dulcinea. En la calle San Francisco conviven varias pastelerías, y parece que hay espacio para todas. En un extremo de la calle está el horno Rafalet, y en el otro Dulcinea, que acaba de abrir. Los hermanos Muñoz encontraron el local a través de un amigo de una forma casual, lo visitaron y en una semana habían firmado el contrato. «Si todo funciona bien, la idea es comprar el local», que es grande, ya que contiene el obrador, y con un precio que califican de asequible.