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Para ahogarse en la basura

Una de las balsas que forma parte de los antiguos depósitos de la Cantera está colmada de desperdicios

Para ahogarse en la basura

Pintadas, suciedad, desperfectos e incluso una balsa llena, pero de basura. Los restos de los antiguos depósitos de la Cantera sufren las consecuencias de la dejadez y de los actos vandálicos sin que ninguna administración apueste por su completa recuperación como patrimonio de la ciudad.

La imagen no puede ser más elocuente. En la parte alta de los depósitos existe una antigua balsa que está completamente llena de basura. Colchones, ropa, maletas, ordenadores destripados, bidones de agua y cientos de kilos de desperdicios se acumulan en este depósito totalmente accesible al público ya que no tiene ningún tipo de protección, pese al peligro de caídas que supone. La porquería llega a cubrir hasta dos metros de la balsa y resulta extraño saber cómo han llegado hasta aquí tantos objetos, ya que hay hasta macetas, zapatos y peluches. Muchos de ellos están completamente negros, casi desintegrados por el paso de los meses, lo que da fe de la cantidad de tiempo que esta piscina permanece sin limpiar.

Esta construcción es una balsa de decantación, usada en la refinería que desarrolló su actividad durante años en esta zona, por lo que en la parte exterior de la misma hay unos conductos que estos días escupían un líquido negro y pestilente, sobre el que también se acumulaba la basura, junto a restos de fogatas, latas de cervezas, desperdicios de comida y hasta condones.

Las pintadas y grafitis cubren las paredes de piedra de la balsa y el acceso a la misma está completamente plagado de botellas rotas y aparatos electrónicos, como cargadores de móviles, ventiladores y hasta un órgano musical destrozados.

El panorama en los alrededores tampoco es mucho mejor, pese a que hace unos años esta zona se adecentó para construir la parada del tranvía de Sangueta. Algunas de las vallas que cierran el acceso a las galerías de los antiguos depósitos han sido agujereadas, por lo que cualquier persona se puede meter en el interior de los pozos. Cada pocos metros aparecen restos de botellón e, incluso, pintadas de tinte racista.

Los restos de la antigua refinería «La británica» son propiedad del Estado, aunque hace unos años la Conselleria de Infraestructuras se encargó de las obras para instalar la parada del tranvía. En este sentido, el concejal de Atención Urbana, Andrés Llorens, aseguró ayer que la limpieza y mantenimiento de esta zona no corresponde al Ayuntamiento. En los últimos años, arquitectos e ingenieros han reclamado que se recupere este espacio tan singular por su interés arqueológico e industrial. Y es que, en el interior de la montaña todavía se conservan ocho salas centrales de gran tamaño -de hasta 34 metros de altura por 30 de ancho aproximadamente y capacidad para 2.000 m3- y doce más pequeñas con capacidad para 500 m3.

Las instalaciones se abandonaron en 1966 cuando la última empresa propietaria, Campsa, trasladó los depósitos al puerto.

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