Mujer, cinco hijos de entre 2 y 9 años y mucho dolor entre los que le conocían. Eso es lo que ha dejado Mohammed Ziad, un ciudadano argelino que vivía en Gandia y que viajaba en el tren Alvia que descarriló la tarde del pasado miércoles en Santiago de Compostela. Ayer, su esposa no se lo quería creer. «Voy a ver si es verdad, aún no sé nada de lo que ha pasado», aseguraba en la breve INFORMACION.

Mohammed tenía 45 años y se dedicaba a vender, junto a otros compañeros, en mercadillos. Eso fue lo que le llevó a estar presente en el tren que descarriló en Santiago de Compostela. Ayer era el Día de Galicia, debía ser una jornada festiva en la que este vecino de Gandia intentaba buscarse la vida para mantener a su familia. «Ir a trabajar es lo que le ha matado. Tuvo que coger ese maldito tren porque el billete de avión para llegar hasta Galicia era muy caro». Era la narración que hacían a este periódico Omar Benchenag, Saïd Rial y Yacie Kechovane, amigos y compañeros del fallecido. «Esto es un golpe muy duro para todos», apuntaban.

Además, tres vecinos de Ontinyent se encuentran en la lista de supervivientes del segundo accidente ferroviario más trágico de la historia de España. Anna y Carmen Beneyto Gandía, solteras de 56 y 57 años, y un sobrino de éstas, Cristóbal Vañó Beneyto, de 34, cogieron en Madrid el Alvia que debía conducirles hasta Santiago de Compostela para asistir a los actos del día del patrón.

La herida más grave tras el accidente, Anna, es auxiliar de enfermería de quirófano en el hospital de Ontinyent y su pronóstico ayer era reservado.

El hombre de 34 años, que tiene un hijo menor, Cristóbal Vañó, describía ayer el suceso como el momento más dramático de su vida, relatando las escenas de pánico que se vivieron en el tren momentos después de la tragedia. «La gente salía pitando, pero yo no podía moverme: tenía la clavícula rota». El miedo, el susto y la incertidumbre de no saber de sus tías fue una constante durante horas para el ontinyentí, que practica la escalada y es docente.