­«¿Que cómo me siento? Imagínate que con 20 años pudieras ponerte el vestido de tu Primera Comunión». Las palabras de Andrea Vidal son el mejor resumen de cómo una operación te puede cambiar la vida. Ella pasó por el quirófano del Hospital General de Alicante hace año y medio con 150 kilos de peso.

Dieciocho meses después y 81 kilos menos, esta joven estudia, trabaja, va al gimnasio y lleva una vida completamente normal, «salvo porque de vez en cuando aún me encuentro por la calle con amigos a los que hace tiempo que no veía y que no me reconocen».

Los artífices de este radical cambio son el amplio equipo de profesionales que integran la Unidad de Atención Integral al Paciente Obeso del Hospital General de Alicante, un servicio que acaba de cumplir su sexto año de andadura con unos resultados más que positivos. «Somos el centro de la Comunidad que más operaciones de cirugía bariátrica realiza, con una media de 80 cada año y aspiramos a llegar pronto a las 100», explica Félix Lluís, jefe del servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo en el centro sanitario.

Pero al margen de las cifras, esta unidad ha logrado constatar que la cirugía metabólica es eficaz en la inmensa mayoría de los casos de pacientes con obesidad y diabetes, ya que dejan de necesitar inyectarse insulina y tomar pastillas. Así, según explica Ángel Abad, responsable de la Unidad de Nutrición del Hospital General, «en el 78% de los casos, la diabetes remite, de forma que ya no requieren de fármacos y en el 21% de los casos, la enfermedad ha mejorado». La mayoría de estos enfermos sufría diabetes tipo 2.

El porqué de esta rápida mejoría -hay pacientes que antes de marcharse a su casa ya no necesitan pincharse- es, de momento, una incógnita. «Creemos que está relacionado con los últimos descubrimientos que apuntan a que el intestino es un órgano de primer orden», apunta el cirujano Pablo Enríquez. En este sentido, estas intervenciones «estarían provocando un cambio en la secreción de hormonas en el intestino que podría guardar relación con el hecho de que remita la diabetes».

Pero esta no es la única dolencia que mejora claramente tras una cirugía de estas características. «La hipertensión se cura o mejora en el 81% de los casos, así como el colesterol, que se soluciona en un 72% de los pacientes y la apnea, en un 61%», prosigue Ángel Abad. De ahí que las posibilidades que se abren con este tipo de intervenciones sean espectaculares de cara a mejorar la salud endocrina de los pacientes y permitir un ahorro al sistema de miles de euros en consumo de medicamentos para diabetes, colesterol o hipertensión.

Con 40 años y 130 kilos se operó Marcelino Burgos hace ahora tres años. «Sufría apnea del sueño, colesterol, triglicéridos, problemas cardiovasculares... todo lo que tú quieras y en un mes todo desapareció», señala. Aunque ahora se describe como una persona nueva, asegura que el proceso no fue sencillo. «Fue muy duro, entre otras cosas porque con 40 años tienes que cambiar todos tus hábitos de alimentación».

La Unidad de Atención Integral al Paciente Obeso del Hospital General de Alicante sirve de referencia para buena parte de la provincia, ya que sólo hay tres unidades más funcionando en otros hospitales.

«Otros centros no llevan el ritmo que tenemos nosotros gracias, entre otros factores, a que los quirófanos se programan de antemano, semanalmente están reservados para estas intervenciones», afirma Félix Lluís. Además, añade, «aquí operamos los casos más difíciles, por ejemplo pacientes que se van a someter a un trasplante de riñón, que padecen insuficiencia pulmonar o que han sufrido infartos».

Los enfermos de otros departamentos vienen remitidos de sus hospitales de origen. Ya en el Hospital General, un comité se encarga de evaluar cada caso y decidir si son candidatos a la intervención. Y es que, «no todos los pacientes pueden ser operados, hay que tener en cuenta determinados criterios, como edad o coexistencia de otras enfermedades», afirma Ángel Abad.

Una vez que el comité da el visto bueno, el enfermo acude a una serie de sesiones compartidas entre Enfermería y Psicología donde se le prepara para este duro proceso, no sólo antes, sino también después de la intervención. En ellas «les damos información sobre nutrición y dieta porque suelen tener mucho desconocimiento e ideas equivocadas en este terreno», sostienen Trinidad Castillo y Rosa Berenguer, enfermeras de la Unidad de Nutrición, perteneciente al Servicio de Endocrinología que dirige Antonio Picó. También es necesario «valorar si el paciente está preparado psicológicamente para someterse al tratamiento, porque la alimentación tiene que ver mucho con aspectos psicológicos y éste se tiene que implicar de forma activa», afirma Carlos Van-der-Hofstadt, psicólogo del hospital. No en vano, el 10% de los operados vuelven a recuperar peso a los dos años.

Ya antes de la operación, el enfermo debe perder entre un 10 y un 15% de su peso. «Se hace sobre todo por el tamaño del hígado», detalla Enríquez. «Con menos peso, se hace más consistente y deja espacio para que los cirujanos trabajemos». Ya en quirófano, las técnicas que se suelen emplear son el bypass gástrico y la gastectomía vertical tubular. Todo se basa en hacer un estómago más pequeño y saltar una serie de metros de intestino para disminuir la absorción. Las operaciones se llevan a cabo por vía laparoscópica y la estancia media en el hospital sólo es de 3 o 4 días. La Unidad de Apoyo al Paciente Obeso está integrada por un buen número de servicios: Cirugía General, Endocrinología, Anestesia, Cirugía Plástica, Psicología, así como el personal de Enfermería.