"No sé si es por las drogas o por la tensión entre las diferentes nacionalidades, agravada por la crisis, pero muchos tenemos aquí la sensación de que algo, en cualquier momento, puede estallar". Así hablaba ayer Juana, vecina de Colonia Requena, al relatar la situación que atraviesa en la actualidad el barrio, uno de los más humildes de Alicante y el que mayor número de inmigrantes acoge, casi la mitad de sus casi 2.300 habitantes. Juana no es la única vecina que piensa así. Pilar, propietaria del Bar Piqueras en la calle Cuarzo, también señalaba ayer que "en los últimos años ha aumentado la tensión. Los musulmanes suelen estar en una zona del barrio, los rumanos en otra, luego están los gitanos y los payos que están más acostumbrados a relacionarse entre sí, en otra parte, pero cada grupos casi no se relaciona con los otros, y tienes la sensación de que hay mucha tensión".

Trabajadores sociales del barrio han alertado de que "eso es un polvorín que puede provocar un conflicto en cualquier momento", tal como ha señalado una mediadora que trabaja habitualmente en Colonia Requena. "Vamos viendo cada vez más a los grupos divididos por zonas como si hubiera un reparto del barrio, y en medio está la gente mayor que cada día tiene más miedo". Para esta trabajadora, que ha preferido no dar su nombre, "parte de esta tensión se debe a que nuevos grupos han entrado en el barrio compitiendo en el trapicheo de droga con los habituales, y ese es un foco de conflictos", para añadir que "nos tememos que si, por ejemplo, un conductor de una etnia rozara con su coche a un niño de otra, se montaría una gorda y es algo de lo que queremos avisar para que se tomen medidas antes de que ocurra". A juicio de esta trabajadora, "el problema en Colonia Requena es que no hay la suficiente intervención social. Hay un punto de encuentro de mediación, pero es insuficiente. La parroquia es lo único que funciona bien en este sentido. Se ha constituido una mesa de mediación en la que se ha puesto sobre la mesa esta situación que a muchos nos preocupa. Habría que fomentar los contactos entre todos para fomentar las relaciones interculturales, pero no se hace. Hay mucho silencio y mucho miedo".

Montse, otra de las vecinas del barrio corroboraba ayer el miedo al que se refiere esta mediadora. "Dede hace cuatro años esto ha empeorado. Mi hija antes jugaba en la calle y ahora no me atrevo a dejarla. Se nota la tensión entre los grupos y, sobre todo por la noche, hay peleas y muchos tenemos miedo a salir a la calle".

"Normalidad"

Pese a las declaraciones de algunos vecinos y mediadores sociales, en el Ayuntamiento se considera que en el barrio no hay más conflictividad que hace unos años. El concejal de Seguridad, Juan Seva, ha señalado que "la Policía Local trabaja en contacto con la Nacional y no han detectado un aumento de la tensión". Por su parte, el edil de asuntos sociales, Antonio Ardid, indicó ayer que "el barrio siempre ha tenido problemas pero no hay constancia de aumento de delincuencia ni de los conflictos. Al contrario, porque muchos inmigrantes han vuelto a sus países" Ardid indicó que el Ayuntamiento destina alrededor de 140.000 euros a la mediación intercultural en la zona norte "y hemos aumentado el dinero en intervención comunitaria para hacer actividades en la zona".

Igualmente, desde la asociación marroquí del barrio se negó ayer que haya tensión y se aseguró que "estamos todos unidos y no hay conflictos. Nosotros, por ejemplo, en la asociación damos comida a unas 730 familias de la zona y hay tanto musulmanes como gitanos, castellanos o de cualquier procedencia" tal como señaló ayer uno de los miembros de la entidad.