"Mientras nos quede un halo de esperanza seguiremos diciendo J'arrivarem'", afirman los festeros de Juan XXIII. Un lema que cumplen a rajatabla porque, pese a las dificultades, año tras año levantan su hoguera y desfilan por el barrio aunque sea ante la curiosa mirada de los exóticos vecinos que se asoman al escuchar la música en un crisol de razas de medio mundo.

Pese a las dificultades, porque los inmigrantes no colaboran y la comisión ha perdido bastantes socios con la crisis, llevan 40 años plantando desde que en 1973 la foguera naciera "en el barrio más alto de la ciudad de Alicante, en la zona norte, pues la panorámica que se divisa es envidiable, desde Aitana al Puig Campana, la isla de Benidorm y el Peñón de Ifach, todo presidido por el castillo de Santa Barbara". Quizá el estar tan cerca de las alturas les inspiró el lema que les define desde aquella primera plantà con el padre de los Fonseca como autor del monumento.

La comisión, que eligió para sus estandartes la imagen de Juan XXIII, el "Papa Bueno", fue fundada por un grupo de vecinos que veían celebrar la Fiesta en otros distritos, y tuvo como primer presidente a Manuel Baeza Cortés, tío del expresidente de la Comisión Gestora de Hogueras, José Manuel Lledó. Paquita Rodríguez fue la primera belleza. De aquellos pioneros, "gente sencilla y del barrio, que por entonces no era de emigración", ya no queda nadie, ningún veterano, aunque sí descendientes, explica la presidenta, Laura Moreno, que empezó en la barraca "Els fará lo que podrá" en 1992 y de ahí pasó a la hoguera para que su niña fuera belleza infantil. En sus primeras décadas la comisión se llamaba Juan XXIII-Segundo Sector porque tenían una hoguera vecina en el primer sector pero cuando éstos pasaron a denominarse Ciudad Elegida (ya desaparecida) se quedaron con el nombre a secas. Por entonces era presidente Juan Jose Aracil. "Los 'elegidos' -como empezaron a llamarles- ya no quisieron ser más Juan XXIII. Sin embargo, nosotros nunca hemos querido renunciar a nuestro nombre, por qué íbamos a hacerlo. Nunca hemos negado de donde somos, aunque hay gente que está en la hoguera de Carolinas Altas, por ejemplo, pero viven aquí y no lo dicen. Yo no reniego de mi barrio, soy muy feliz aquí. Me gustaría tener una comisión más grande pero no la tengo y el círculo se va cerrando porque cada vez hay más gente sin trabajo", apunta la presidenta, refrendada por otros festeros.

Y es que los foguerers que fundaron la comisión allá por 1973 nunca imaginaron lo que costaría llegar a este 40 aniversario, luchando además contra "tantos detractores que siempre piensan que éste es el ultimo año".

Apenas tienen apoyo del vecindario, "a los inmigrantes les repatea la Fiesta o les da lo mismo. A nosotros no nos molestan aunque a veces los chiquillos nos siguen cuando desfilamos, incordiándonos un poco, o nos dicen falleras, eso sí que lo llevo mal, porque somos alicantinas". Para evitar que haya invasiones del perímetro de la hoguera o se lleven los ninots, cuentan con un vigilante, un patriarca gitano, "que está de noche y de día. Si no, nos quedaríamos sin ninots, y no podemos arriesgarnos". Algunos vecinos gitanos sí colaboran con la hoguera pagando cupones o comprando algo de lotería.

Esto era muy diferente en los años 90, época en que tenían más de 500 cartillas de vecinos y la comisión era "enorme, con un centenar de festeros, muchos de ellos en activo que se han ido a otras comisiones al cambiarse de domicilio o por amistades. El descenso ya no es tanto por eso como por la crisis, ya que llegamos a manejar presupuestos de 60.000 euros, pagados hasta el último céntimo, y nunca hemos tenido problemas económicos. Donde toco, sean empresas, bandas de música o floristas tengo las puertas abiertas porque Juan XXIII no acumula ninguna deuda", afirma la presidenta, que cogió las riendas en 2003. En tiempos de bonanza llegaron a plantar en Tercera, y a contratar artistas alicantinos como Pascual Domínguez, Jorge García, Asensi o Jesús Grao. Este año contarán con Pablo González, que en junio les construirá una hoguera de Sexta categoría.

Ahora, solo les quedan unas 140 cartillas, por las que cada vecino paga cuatro euros al mes. "Ellos quieren que vayas a su casa, les aporrees la puerta, les cuentes las actividades del año y te quedes a comer en su casa. En parte la culpa de que se hayan perdido cartillas es de las comisiones porque hasta ahora el festero pagaba su parte de su bolsillo y no aporreaba puertas. Ahora, con la crisis, no hay sueldo y tampoco encontramos a quienes compren cupones o lotería". Así, los festeros se ven obligados a aportar 1.000 euros al año y algún anuncio de los comercios del barrio. "Los cuatro que hay colaboran al máximo con anuncios en el llibret, la farmacia, el estanco, las dos panaderías, el quiosco de prensa de 'La Piepita' y algo del mercado Virgen del Remedio, donde yo trabajo", relata Laura Moreno.

El dinero que recogen lo dividen entre el monumento, la pólvora y la banda de música "aunque ya no podemos contratarla los cinco días de fiesta, como toda la vida". Por ello, cuentan con la agrupación Costablanca, de reciente creación, de la que forma parte un comisionado, para las despertàs, y con la banda de Torremanzanas para la Ofrenda y la Entrada de Bandas, y dos pasacalles vespertinos por el barrio. "Nos cuesta 5.000 e pero este año solo podremos pagarles 2.500", advierten. Su himno es del maestro Garberí con letra de Serraima.

La ilusión de Juan XXIII es crecer en comisionados y tocar fuego con alguna Bellea o Dama. "Pero esa ilusión la estamos perdiendo. Con el sistema de sorteo para las infantiles teníamos esperanza pero ahora con tanto jurado y el cartel que llevamos en el pecho, no. No será porque no hemos tenido chicas guapas que lo han merecido pero en esto manda la plata. Pese a todo, queremos seguir formando parte de la Fiesta alicantina y ser un pedacito ardiente de la noche de San Juan".