Aunque la edad media de los alicantinos no alcanza los cuarenta años, la crisis económica y la consecuente reducción de la inmigración han agravado el frenazo de la natalidad en la ciudad, que desde que en 2009 rompió la tendencia al alza de los años anteriores ha ido cayendo en picado: un 15% en tres años. La consecuencia, tal y como advierten los expertos, será un acelerón del envejecimiento poblacional que podría comprometer el estado de bienestar. "Cuánto más envejecida está una población, más desequilibrio hay entre quienes contribuyen y quienes reciben pensiones", apunta el catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Alicante, Vicente Gozálvez.

Este experto explica que en la última década el fenómeno de la inmigración ha ido ralentizando la tendencia al envejecimiento. Como coinciden el director del Observatorio Permanente de la Inmigración de la Universidad de Alicante, Carlos Gómez Gil, y la directora del departamento de Sociología 1 del Campus, María Teresa Algado, la inmigración ha sido un factor fundamental para la natalidad por el incremento de mujeres en edad fértil. Sin embargo, la reducción del flujo de extranjeros experimentada con la crisis, unida a otros fenómenos como la marcha de jóvenes alicantinos a otros países en busca de trabajo, amenaza con acelerar el proceso de envejecimiento. Hace diez años un 46% de la población de la capital se encontraba por debajo del umbral de los 35 años, mientras que en 2012 el porcentaje se sitúa en un 40%.

La tendencia parece encaminada a invertir la pirámide demográfica de la ciudad y el desequilibrio entre nacimientos y defunciones es cada año más acusado. De hecho, a falta de los datos completos de todo 2012, en los primeros seis meses del año las defunciones superaban a los nacimientos en la ciudad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta entidad ha realizado una proyección de lo que ocurrirá en la próxima década en el conjunto de la provincia y apunta a una reducción de los nacimientos en casi 4.800 frente a un aumento de las defunciones de casi un millar.

Frente a las previsiones de futuro, la radiografía actual de la ciudad arroja grandes diferencias entre barrios. Así, mientras en Virgen del Carmen uno de cada diez habitantes son niños de menos de cinco años y más de la mitad de la población (61,5%) son jóvenes de menos de 35 años, en el otro extremo se encuentra el Raval Roig. Este último es el barrio con una mayor edad media (48 años) y un menor porcentaje de niños y jóvenes.

Entre los que concentran una mayor natalidad y gente joven se encuentran los situados en la zona norte de la ciudad y los barrios que han experimentado una expansión en los últimos años, como los PAU construidos junto al Polígono de San Blas, el entorno del Garbinet o la Playa de San Juan. María Teresa Algado argumenta que en la zona norte se concentra un importante número de inmigrantes jóvenes y en edad fértil que han contribuido a la natalidad, mientras que las zonas de la periferia que han ido creciendo durante el boom urbanístico se han ido poblando con la gente joven que independizada de las casas de sus padres del centro o de barrios consolidados. Esa despoblación de jóvenes se nota tanto en el centro, como en los barrios del Ensanche, Casco Antiguo, Mercado o Benalúa, que tienen un menor porcentaje de niños y menores de 35 años.

Pese a ello, en conjunto, la ciudad "no está envejecida, sino que es dinámica, al menos, hasta ahora", señala Algado, quien incide en que "incluso en los barrios más envejecidos, como en el Casco Antiguo, vive gente joven". El catedrático Vicente Gozálvez indica que la edad media en Alicante es menor que en otras ciudades del norte de la península, que está más "envejecida" porque no han recibido el mismo flujo de jóvenes inmigrantes y tienen un índice medio de natalidad. Pese a ello, advierte que aquí "no se llega a los dos hijos por mujer de media que garantizaría el reemplazo".

En la reducción de los nacimientos influyen factores como el menor flujo de inmigración, la marcha de jóvenes al extranjero en busca de empleo, las dificultades para conciliar el cuidado de los niños con el trabajo, la crisis o el desempleo. La caída de la natalidad es, a su vez, determinante en el envejecimiento de la población, pero también influye en ello la creciente esperanza de vida "por los adelantos en los cuidados sanitarios", explica Gozálvez. El catedrático de Geografía Humana indice en que ser más longevos "no es malo", pero sí el "desequilibrio". Gozálvez justifica que "debemos tener una reserva de mano de obra joven para revitalizar la economía".

Para ello, este experto incide en la necesidad de "revitalizar la fecundidad". ¿Cómo? Admite que se trata de una decisión muy personal de cada pareja, pero apunta que las medidas legislativas pueden incentivar la natalidad, por ejemplo, con "leyes que oferten ventajas a los padres como exenciones fiscales". Sería, según explica, como "un pago a su contribución como procreadores de futuros trabajadores". En su opinión, en la actualidad los padres que tienen hijos "están penalizados con respecto a quienes no los tienen". Otros sociólogo de la Universidad, Raúl Ruiz, señala que el reto de la ciudad pasa por "conseguir que sea atractiva para que los jóvenes mantengan aquí su residencia y evitar que se marchen", puesto que una población envejecida conlleva "un retraimiento de la actividad económica". Para Algado "la juventud es riqueza y crecimiento".