El pleno del Consell aprobó ayer el cese de Dora Ibars como directora general de Promoción Institucional, una decisión con la que Alberto Fabra aplica su doctrina sobre los cargos imputados, pero que ayer avivó el malestar de aquellas voces internas que opinan que el presidente está llevando demasiado lejos su intento de lavar la imagen del partido. Ibars, ya una veterana en la Generalitat (Eduardo Zaplana la ascendió a alto cargo en 1998), está imputada en la causa por supuesta financiación irregular del PPCV, dentro de la trama Gürtel.

El cese de Ibars estaba desde hace semanas en la agenda del Consell, aunque Presidencia había tratado de retrasarlo. Ibars, licenciada en periodismo, es una persona muy apreciada en la Generalitat y estaba bien relacionada en el ámbito municipal. Fue una de las pocas altos cargos con pedigrí zaplanista que había sobrevivido a la "limpieza" que Francisco Camps emprendió en el segundo escalón. Ibars se ganó la confianza de Camps y se mantuvo en un puesto delicado, como es el del reparto de la publicidad institucional. También Fabra quiso mantenerla cuando heredó de Camps el cargo. En un principio, Presidencia intentó protegerla y diferenció su situación respecto a la de los otros altos cargos destituidos por la causa de la Cooperación. Sin embargo, la decisión de Fabra de apartar finalmente a los diputados imputados en Gürtel de la dirección del grupo de las Cortes, le forzaba a aplicar la misma vara de medir con Ibars. Y así ha sido finalmente, aunque con un plazo de dos semanas para distinguir unos casos de otros. Incluso Císcar, preguntado por los motivos del cese, trató de desvincularlo de su situación judicial. Reconoció su "gran labor" durante los años que ha estado en el cargo, pero, añadió, que Ibars había "cubierto una etapa" y un "ciclo".